‘Asdrúbal de la Torre, el mejor caricaturista de América’

Así lo calificaron en un evento que hubo en Veracruz, México. Es médico, le gusta el deporte, la carpintería y, por supuesto, la caricatura.  Es el creador de la vaquita que caracteriza la marca de Pasteurizadora Quito. Asegura que es el dibujo que más se ha regado en el país, al inicio salía en las botellas de vidrio que llevaban un litro de leche. “Esa vaquita es muy conocida”, indica Asdrúbal de la Torre, quien fue dos veces director del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal), ministro de Salud y vicealcalde de Quito.

Tiene un humor fino, posee la sal quiteña, que la fusionó con la sal otavaleña, ya que sus abuelos maternos, que eran maestros: Víctor Morán, de oficio ebanista, y Panchita Mena, eran oriundos de esa ciudad, a la que Asdrúbal iba frecuentemente a visitarlos, al igual que a sus tíos maternos: Genoveva (Vevita), Etelvina, Luis y Jorge. Le encanta la carpintería, eso lo lleva en el corazón. 

Asdrúbal de la Torre Morán nació el 19 de febrero de 1927, en la capital de la República, cerca del puente de Los Gallinazos, específicamente en las calles Maldonado y Morales, en el sector de La Ronda. Después con su familia se trasladaron al sector del Hospital Militar, ahí recuerda que, en la Guerra de los Cuatro Días, en 1932, las balas llegaban a la casa, que estaba a un par de cuadras del Hospital Militar. Luego pasaron a vivir en la calle Asunción.

Su papá, Heriberto de la Torre Martínez de la Vega, era Teniente Coronel, nació en Urcuquí y falleció unos pocos meses antes de ascender al grado superior. Escribió “Apuntes de Historia Militar” y firmaba como Carlos H. De la Torre. Su madre Carmen Amelia Morán, era de de Otavalo.

Cuando laboró en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, IESS, pidió que le autoricen para ser visitador médico en los pueblos y parroquias rurales. Salía de su casa en la mañana, en una camioneta con un chofer y un dentista, regresaba a su hogar, “a la hora que se podía” o al día siguiente. “Muchas veces nos tocaba dormir en la camioneta, eso no importaba, porque se atendía a la gente. Eran lugares donde no iba nadie. Lo hacíamos con mucho entusiasmo y cariño a esta profesión”, repite. Trabajó durante 10 años como visitador médico.

Asdrúbal de la Torre, quien ingresó en el mundo de la comunicación, a inicios de la década de los 50 del siglo anterior, en diario El Sol, es un hombre muy inquieto, inteligente y capaz. Siempre cumple con lo que se propone. Su amigo, el diseñador y fotógrafo, Edwin Rivadeneira González, asegura que es muy quiteño, pero también otavaleño. Asistía regularmente a las caminatas Mojanda Arriba, que duraba dos días, desde Quito, Malchinguí hasta llegar a Otavalo. Es la ruta que hacían antes los comerciantes, estudiantes, la gente común, que por ahí pasaba a pie o a caballo. Le declararon Ciudadano Ilustre de Otavalo, “sin haber nacido en esa ciudad”.

A mediados de la década de los 60, laboró como Jefe de Relaciones Públicas, en Aerolíneas Ecuatorianas (AREA), de propiedad de los hermanos: Luis, Agustín y Gerardo Arias Guerra, donde participó en un evento turístico en Bogotá, viajó en el avión DC7B, que era una de las naves de hélice más grande del mundo. En ese departamento de Comunicación también estaban: Consuelo Holguín, Jorge Larrea, Carlos Jaramillo, Edwin Rivadeneira González y Jorge Córdova.

A inicios de 1960, fue parte del recién creado Departamento de Publicidad de Diario El Comercio. En 1967 se publicó la Revista “La Bunga”, justo en el año cuando se modernizó las fiestas del Yamor de Otavalo. En el primer número, a modo de broma, se publicó “Un anuncio fiado sobre la Fiesta del Yamor”. La revista estaba integrada por prestigiosos periodistas del diario El Comercio: Asdrúbal de la Torre y Roque Maldonado, en el humor gráfico; como escritores estaban: José Alfredo Llerena, Enrique Echeverría, César Larrea, Gilberto Mantilla, Marco Ordóñez, Edwin Rivadeneira González, Santiago Jervis, Byron Maldonado, Gabriel Garcés “El Polvorín, uno de los impulsores de la Fiesta del Yamor.

Era una época cuando la amistad y la sal quiteña eran parte de la cotidianidad capitalina. En una ocasión, el periodista, Gabriel Garcés “Polvorín, estaba enfermo con una gripe muy fuerte y acudió donde Asdrúbal, para que le dé una prescripción médica. El caricaturista y médico le recetó “una docena de pañuelos”. La risa fue inmediata.

En una ocasión inauguraron el puente de El Chiche. Al presidente de la República de ese entonces, José María Velasco Ibarra, no le gustó un chiste de La Bunga. El “Soflaquito”, Jorge Rivadeneira, cubría las noticias del Palacio de Gobierno para El Comercio y, al mismo tiempo, era miembro de La Bunga. El Mandatario se acercó, le reclamó y dijo que los periodistas le critican sin haber inaugurado ni una escuela o un puente.  El periodista les informó a los miembros de la revista de esta crítica, averiguaron que el puente sobre del Chiche no había sido inaugurado. A manera de broma, los integrantes de la revista fueron hasta el lugar, para inaugurarlo. Todo parecía tan real, que hasta los miembros de la Policía Nacional apoyaron con seguridad para el evento. El discurso oficial lo dio Marco Ordóñez y los integrantes de La Bunga, que eran casados, fueron con sus esposas, para darle realce al programa.

Esta era la segunda revista en circulación, después de Vistazo. “Era gente muy sería que se transformaba para hacer humor”, destaca Edwin Rivadeneira González, quien comenta que había otra revista de humor, que se llamaba “No sea hueso”, de un otavaleño, que era odontólogo, llamado Rolando Montesinos, pero no tenía el mismo grado de aceptación.

El locutor y médico otavaleño, Daniel Suárez Benítez, reitera que Asdrúbal de la Torre, es catalogado en otros países, como uno de los mejores caricaturistas de América. Eso pudo observar en Veracruz, México, en el Salón de Descanso de los Médicos, donde estaban 20 caricaturas de aspectos médicos, cada imagen era una obra de arte. Todas fueron realizadas por Asdrúbal. Los galenos de ese país sentían mucho orgullo, al saber que el mejor caricaturista de América estaba presente con sus obras. Esto fue en julio 1977, cuando Daniel estuvo en ese país azteca, por un año, estudiando una maestría en Salud Pública y Administración Hospitalaria.

En el Ecuador, el Centro Especializado en Medicina del Deporte, así como el Hospital de Cotacachi, en la provincia de Imbabura, llevan su nombre. Esta casa asistencial la inauguró, cuando fue ministro de Salud. Antes en ese lugar funcionaba un centro de salud pequeño.

Sus amigos fueron: Fabián Suárez Benítez, hijo del pionero de la aviación ecuatoriana y fundador del Partido Socialista Ecuatoriano, Alberto Suárez Dávila; así como los integrantes del Teatro Bufo Universitario, que fueron la sal quiteña en esencia, entre ellos estaba Raúl “El Negro” Amores, “El Omoto” Samaniego, y una pléyade de jóvenes universitarios, inquietos por hacer humor. En una ocasión le invitaron al presidente de la República, Galo Plaza Laso, quien acudió y apoyó el carisma de los jóvenes universitarios.

Tanto en Ciespal, como en el Ministerio de Salud, su equipo de trabajo estaba conformado, por gente de su confianza: Fabian Suárez Benítez, que era economista; Gil Bermeo, médico, Jorge Reyes, Clemencia Carrillo, entre otros.

Daniel Suárez, locutor que laboró en su juventud en las radios Cordillera, Nacional Espejo y Atahualpa, recuerda una anécdota con Asdrúbal de la Torre: a las 18:00, a través de Radio Quito, se transmitía el programa “Canciones del Alma”, con el Dúo Benítez y Valencia, su mamá, María Olimpia Benítez Jara, siempre escuchaba este espacio, a través de un radio Philips. Un día se dañó el aparato y Asdrúbal llegó “y de una le arregló”, la música nacional volvió a sonar. Siempre tenía una sonrisa y su amabilidad era su carta de presentación, indica.

El también médico imbabureño que tiene una discapacidad física, cuando tenía 15 años, participó en un torneo abierto de tenis de mesa, donde les ganó a los mejores jugadores de Quito, entre ellos, a Alfonso Laso Bermeo, quien era relator y locutor deportivo de La Voz de la Capital. Al día siguiente del triunfo, el 2 de julio de 1952, se publicó una caricatura de Asdrúbal de la Torre, en diario El Comercio. “Yo me asome al mundo, a través de este gran amigo, que es considerado el mejor caricaturista de América”, repite. Fue una de las pocas publicaciones sobre un evento deportivo, pues primaba la caricatura política.

Daniel destaca que Asdrúbal tenía un sueño: que Ecuador tenga un Sistema Nacional de Salud, es decir que haya la misma historia clínica entre el Ministerio de Salud, el Seguro Social y todas las instituciones que entregaban servicios de salud. Hasta ahora no se ha cumplido ese propósito.

Está casado desde hace 66 años con Lucía Benítez Celi. Es padre de María Francisca, Víctor, Carmen, Virginia y Rosa Elena. El comunicador asegura que se siente orgulloso de su familia y esa es la mayor satisfacción de su vida.

El doctor Asdrúbal de la Torre recuerda que para ser médico siempre hay que tener la necesidad de estudiar, la obligación de servir, así como la calidad y calidez al interactuar con los pacientes. Siempre menciona una frase del científico y médico español, Gregorio Marañón, que decía: donde no llega el saber, llega siempre el amor… Ese ha sido su lema.

Si desea ver la entrevista: https://acortar.link/zJ9EKw

Iliana Cervantes Lima

Voces de mi Ciudad

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