Foto: Izquierda, Jaime Pullas en el día de su graduación. Derecha superior como sonidista en Radio Nacional del Ecuador donde laboró alrededor de 34 años. Derecha inferior, con sus compañeros de Radio Nacional del Ecuador: Jaime Moya, Alonso Jácome, Fausto Montalvo y Jaime Pullas, sentado Jorge Andino.
Se inicio en diario El Comercio en 1959, como asistente de los hermanos Mantilla Ortega: Carlos y Jorge, dueños del matutino quiteño. En 1960, cuando le nombraron director de Radio Nacional del Ecuador, al relator deportivo, Alfonso Laso Bermeo (Pancho Moreno), le invita a Jaime Pullas a laborar en la emisora estatal, con un sueldo de 600 sucres, en el periódico independiente fundado en 1906, ganaba 240.
Jaime Pullas asegura que fue muy difícil dejarles a los empresarios, porque eran muy buenos y confiaban en él, pero tuvo que ser real, por ello aceptó la propuesta, trabajó hasta el 31 de diciembre. El 1 de enero de 1960, ya era parte de la estación, gobernaba el Ecuador, el Dr. José María Velasco Ibarra.
Alfonso Laso Bermeo le presentó a Jaime Moya Herrera, “uno de los mejores operadores del país”, a quien el periodista deportivo le pidió que le enseñe, a Jaime Pullas, todo lo que tiene que ver con la parte técnica y sonido de la radio. “Quiero que este muchacho sea el porvenir de la Radio Nacional”, le insistió. Se quedó 34 años, hasta cuando se jubiló en 1994, en el gobierno de Sixto Durán Ballén.
Jaime, quien nació en Quito, el 24 de abril de 1945, en el barrio Santa Bárbara, en el centro de la capital, en el medio público editaba las noticias enviadas de la Presidencia de la República. A las 22:00 preparaba los audios, para el noticiero de la mañana siguiente.
Antes los operadores laboraban cuatro horas, eso le dio oportunidad para buscar otro trabajo, porque la remuneración, con el paso del tiempo, no era muy grande. Cuando se jubiló percibía un sueldo de 114 mil sucres, pero le ayudaba la antigüedad, que representaba dos veces más su salario. Eran épocas felices, porque hacía lo que les gustaba, además pasaban bonito, porque la gente era muy amable y “nos tomábamos el pelo muy seguido. La radio fue lo mejor que me pasó en la tierra”, reitera, aunque al inicio su mamá tenía miedo de que se descarríe, porque en esos años la bohemia florecía entre los locutores y sonidistas de la Carita de Dios.
En la estación también estaban Fernando Fegan Pólit, Jorge Zaldumbide Cáceres, René Torres, Cristel Rex Villacís, Eduardo Brito Mieles, voces privilegiadas, moduladas, educadas y que eran respetadas por los oyentes. Estaba también Fausto Mejía Carbo, un ingeniero de primera, con un amplio conocimiento, “porque en sus venas y corazón llevaba ser técnico de Radio Nacional, lo sabía todo, para él no había problema el desarmar un transmisor de 10 kilovatios, RCA Víctor, que tenía la emisora, lastimosamente Dios lo llevó muy pronto”, cuenta Jaime.
Por la estación pasaron periodistas de trayectoria como: Milton Salvador García, José Llangari, quienes lideraban la sintonía con las noticias frescas. Ahí llegó como técnico, el ingeniero Marcelo Dávila, que trabajaba con Gonzalo Garófalo; estuvieron, además, Carlos Carvajal y Jorge Caizaguano, técnicos de primera.
En entre los directores de Radio Nacional del Ecuador estuvieron: Alfonso Laso Bermeo, Carlos Espinoza de los Monteros, Guillermo Jácome Jiménez, Edgar Castellanos Jiménez, Gustavo Cevallos Velásquez, entre otros…
Jaime recién cumplía 14 años, cuando se encontró con un equipo solidario en Radio Nacional del Ecuador, que le enseñó las técnicas de radio, en ese tiempo no había egoísmo. Su nombramiento era como mensajero, pero esta delegación no la realizó nunca, porque ahí nació su pasión: ser operador.
El radioteatro era fundamental en esos años, personajes como Álvaro San Félix, Oswaldo Merizalde Catefort, Humberto Pérez Estrella, Erika Von Lippke, Lolita Vaca de Vascones, Hilda Sampedro Valdivieso, Juan Felton Martínez, Jorge Aníbal Salcedo, Jaime Mora, entre otros, eran parte fundamental de la emisora. Tanto locutores, actores y técnicos se inventaban sonidos, hacían un andamio para cristalizar los pasos. En ese momento se ingeniaban todos los efectos necesarios para que la obra llegue a los oyentes con un acabado nítido y creíble. La cordialidad entre todos los participantes era parte de la cotidianidad en las grabaciones.
Para estas obras de radioteatro, Jaime Moya Herrera le pedía “necesitamos estos efectos para la grabación”. Jaime Pullas siempre cumplía con lo solicitado. “Mis ojos de joven tenían la curiosidad de ver y aprender ¿Cómo creaban los efectos? ¿cómo sostenían los platos, las grabadoras para empatar y no remendar los diálogos? Nunca le defraudé a Jaime Moya”. Todas las personas que laborábamos en la estación éramos como una familia, si por alguna circunstancia uno no podía ir, el compañero le reemplazaba sin problema, en la Presidencia de la República no sabían de estas ausencias, porque cuando sintonizaban la radio, el sonido y la programación salía como debe ser.
En una ocasión le enviaron de operador de transmisores a la Loma de Puengasí, al suroriente de Quito, lo acompañó su amigo, Lucho Anda. El ruido y el viento era intenso, pero se acopló, permaneció alrededor de tres años.
Como Radio Nacional era parte del Ejecutivo, los locutores y técnicos siempre acompañaban el Primer Mandatario y transmitían sus discursos. Llevaban las Ambex, que eran dos maletas de viaje, donde cargaban todo el material. La mayoría de los sonidistas por estos desplazamientos conocieron el Ecuador. “Todos estábamos capacitados para la transmisión desde cualquier lugar, por más lejano que sea”. Los discursos de José María Velasco Ibarra eran del más comentados. Fue de los pocos presidentes que llenó la Plaza de San Francisco.
En 1966, la estación emitió el programa “Canta el Ecuador”. Gobernaba la Junta Militar conformada por el “contralmirante Ramón Castro Jijón, general Marcos Gándara Enríquez, general Luis Cabrera Sevilla y el coronel Guillermo Freile Posso”, quienes no contaban con el apoyo y aceptación de la población, pero con esta gira de intérpretes, los militares quedaban bien, insiste Jaime. Los mejores artistas que había en ese entonces eran delegados, para el aniversario de cantonización de las ciudades del país.
Las voces de Carlota Jaramillo, los dúos Benítez Valencia, Las Hermanas Mendoza Suasti, entre otros, eran escuchadas en todos los pueblos y ciudades del Ecuador, ese era el mejor regalo para la gente. “Había la satisfacción que el Estado envíe por su aniversario, una noche artística y con los mejores intérpretes del país”.
No todo fue color de rosa en la estación del Estado, en el Gobierno de León Febres Cordero, Radio Nacional del Ecuador estaba ubicada en la Mariano Echeverría y Quito Tenis, al norte de la capital, Jaime laboraba en el turno de la noche, cuando de pronto llegaron unos jóvenes enmascarados, entre ellos estaba Mireya Cárdenas, del grupo guerrillero Alfaro Vive Carajo, conocido por sus siglas AVC, quien con voz potente pregunta ¿quién es el operador? “Soy yo”, le contesta Jaime.
Mireya le indica que quieren tomarse la radio. “Tómese, aquí está”, le respondió el operador. Entraron a la cabina de locución, Carmita del Valle, cuyo verdadero nombre era Carmen Valverde, estaba al aire. A la locutora y actriz, le pusieron en el cinturón una bomba. “Si usted topa eso se acaba”, le amenazaron a Jaime, quien pensó que hasta ahí llegaba su vida. Los miembros del grupo guerrillero Alfaro Vive Carajo se llevaron las cápsulas de los teléfonos, en esa época el director era Gustavo Cevallos Velázquez, recientemente fallecido.
Jaime Pullas subió a la oficina del director, cogió el teléfono e hizo una llamada, porque el guardia tenía una herida y estaba sangrando. Un grupo de policías llegó inmediatamente. “Me dejaron a un ladito por el asunto de la radio. Hubo orden expresa de la Presidencia de decir que no sabíamos nada”.
Jaime Pullas reitera que trabajar con los mejores de la radio, fue un lujo, por la consideración y el afecto que ellos depositaban en él. “Para mí fue un orgullo trabajar en Radio Nacional del Ecuador, porque pasé los mejores años de mi vida. Me he sentido completo, tengo una familia, mi casita, qué pido más…”. A pesar de ello extraña la chispa y la sal quiteña que florecía en esos tiempos, cuando había amabilidad y cordialidad y alegría entre los locutores, técnicos y operadores de radio…
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Iliana Cervantes Lima
Voces de la Radio