Foto: Izquierda, Héctor Jaramillo en sus inicios. Derecha superior, “El Cuarteto Los Brillantes” integrado por Olga Gutiérrez, Homero Hidrovo, Eduardo Erazo y Héctor Jaramillo. El grupo trabajó dos años en México, donde participaron en varios programas, entre ellos uno conducido por el cantante Pedro Vargas. Previamente se llamaban Olga Gutiérrez y Los Latinos del Ande, pero un gerente de un canal de televisión en El Salvador les recomendó que el nombre que tenían no era muy comercial, porque son brillantes…

Es el infaltable en todas las fiestas. Nació en Quito el 23 de noviembre de 1931. Acabó de cumplir 90 años, de los cuales 74 se ha dedicado a llevar la música nacional a todas partes del mundo, en especial a los compatriotas que viven fuera del Ecuador, quienes reciben el mensaje de las canciones con gran aceptación. Muchos bailan llorando.

Es primo hermano de la también cantante Carlota Jaramillo. Ha grabado con El Trío Quito, Los Latinos del Ande, Los Cuatro Brillantes, Trío Los Brillantes y como solista. Sus temas Pañuelo Blanco, Clavel Negro y los Pegaditos (mosaicos) se quedaron en la mente y corazón de la gente.

Héctor Jaramillo Venegas estudió en la Escuela de San Blas, luego pasó al Colegio Mercantil de El Cebollar, donde se graduó tres veces como contador. Recuerda que era un establecimiento nuevo de los Hermanos Cristianos, cuando llegó al cuarto año, que era el último en esa época se graduaron de licenciados contables. “Al ver la inquietud nuestra por seguir los estudios, implementaron el quinto y nos graduamos de contadores. Después nosotros pedíamos seguir la universidad e inauguraron el sexto año y me gradué como perito en contabilidad”. Estudió dos años en la Facultad de Economía de la Universidad Central del Ecuador, pero la música fue más fuerte y se dedicó por completo al canto.

El Basquetbol y Gonzalo “Patallucha” Cevallos

Héctor Jaramillo Venegas, mide 1 metro con 84 centímetros. Dice que hoy mide 1 metro 74 centímetros. El relator deportivo Edgar Villarruel Caviedes lo reconoce como un gran basquetbolista, pues formó parte de la selección del Colegio Mercantil de El Cebollar. Jugaban en La Plaza Arenas. Resultaron campeones cuando El Mercantil era el plantel más fuerte, luego venía La Salle y el Colegio Americano, donde Rodrigo Paz Delgado era uno de los jugadores, relata Héctor. En aquella época el equipo de su plantel lo integraban Jaime Salvador, Alberto Estrella, Esteban Mejía, Arnaldo Calle y Gonzalo “Patallucha” Cevallos, quien luego fue arquero. “El director técnico del Sacramento, el equipo de Los Pandillitas”, Jorge Alcázar, se quedó sin arquero y fue al colegio “para ver quien de nosotros quería intentar tapar. El Patallucha dijo yo puedo ser”. Ese día debutó como arquero y tapó un penal. Ahí comenzó su carrera de futbolista, luego pasó al Argentina, que luego se llamó Deportivo Quito, y llegó hasta las selecciones de Pichincha y Ecuador.

Luego retomó el básquet y fue un crack en el “Quinteto de oro” de Liga Deportiva Universitaria: Marcelo Holguín, Santiago Oleas y los hermanos Arroyo. “El Patallucha” era completo jugaba básquet y fútbol, indica Edgar Villarruel Caviedes

El Trío Quito

El ingreso de Héctor al canto fue casual. Cuando estaba en cuarto curso del colegio, al profesor de canto se le ocurrió tomar la clase de canto, que en ese tiempo era parte del pensum de estudios, comenzó a calificar individualmente “y no al ojo, como ocurría siempre”. Héctor sacó la mejor nota y comenzó el gusanito de la interpretación, porque su compañero de aula, Miguel Ángel Realpe, era el dueño de las fiestas del plantel. “Palabras del Hermano Inocencio, canto de Miguel Ángel Realpe, así eran los programas sociales del colegio”, recuerda.

Miguel Ángel le escuchó y le dijo ¿Por qué no cantamos los dos? Y así lo hicieron. En 1947, durante unas vacaciones del Colegio, participaron en un concurso de canto en la Radio Municipal de Ibarra y ganaron el primer premio, que fue de 1 000 sucres, “que en esa época era un dineral”. Héctor regresó a Quito y se compró un juego de muebles y otras cosas para la casa. Luego formaron un trío con Guillermo Velarde, otro compañero que tocaba el requinto.

Comenzaron las actuaciones con las serenatas a los compañeros, hasta que llegaron al sexto curso, cuando cada uno tomó su rumbo. “Yo seguí la universidad, pero me habían estado poniendo el ojo los conjuntos musicales importantes de la capital y le llamaron a integrar el trío Los Lemarie”.

Trío Los Lemarie y Los Latinos del Ande

 

Héctor Jaramillo formó parte del Trío Los Lemarie, que también lo integraban Pablo Floril y Eduardo Erazo, al comienzo y Homero Hidrovo, en lo posterior. Llegaron a ser uno de los mejores tríos del Ecuador.

Luego vino la parte más importante de su carrera. Un relacionista público del Primer Festival de Cine Mundial que se desarrollaba en Quito le pidió a Héctor Jaramillo que, como llegaban muchos artistas mexicanos, conforme una rondalla de 50 guitarras. Le contestó que 50 guitarras ni físicamente se conseguía. “Lo que puedo hacer es proponer los nombres de Eduardo Erazo, que era su compañero, y Homero Hidrovo, este último integraba el Cuarteto Guanabara. “Los dos se decían ser los mejores requintistas del Ecuador, entre los dos había un antagonismo sano porque cada uno quería ser el primero”, indica.

Héctor habló con Eduardo y le planteó la posibilidad de que conformen, con Homero Hidrovo, un trío de acompañamiento. Le contesta: “habla con Homero”. Homero le dice lo mismo. Héctor le señala que ya habló con los dos. Entonces comenzaron a ensayar para poder acompañar a los artistas que llegaban a la Mitad del Mundo. Vinieron muchos de México, Argentina, Chile. Todos eran famosos, unos pedían orquestas, otros mariachis o rondalla.

El relacionador público les insistió en que escuchen a los recién formados Los Latinos del Ande, que estaban acompañando al intérprete argentino Leo Marini. Los escucharon y dijeron: “bueno queremos que los muchachos nos acompañen”. Un día el Embajador de México les invitó a recibir a los artistas, en especial a los aztecas. Todos los artistas cantaron y el diplomático dijo: “bueno, ahora quisiera escuchar al trío”. Los tres se quedaron viendo el uno al otro, porque no habían cantado juntos y le contestaron que no podían hacerlo en ese momento. Eduardo Erazo, Homero Hidrovo y Héctor Jaramillo fueron con ese gusanito de la interpretación a sus casas.

Homero, que era un mago de la armonía, dijo: “Eduardo tienes un poco la voz más alta, haz tú la primera; Héctor que haga la segunda, y yo hago la tercera voz”. Así comenzaron a ensayar y lograron armonizar en tres voces graves, porque los tres eran casi la tercera voz en los conjuntos de los que formaron parte.

Radio Cordillera y las grabaciones

Así llegaron las primeras grabaciones, entre ellos el vals “Mentiras”. En Radio Cordillera, que difundía solo música moderna, pusieron este tema y lograron el primero lugar de aceptación durante 60 días.

Siguieron con las grabaciones y lograron más éxitos, hasta cuando llegó Olga Gutiérrez, de Argentina, “que vino con los humos de aquí para arriba; quería orquesta, traía una maleta de partituras”. El representante de la cantante le propuso hacer audiciones en la radio. Ella contestó “no, yo con guitarras, no”. De pronto los escuchó acompañando a un artista famoso de México e indicó “bueno, vamos a probar”.

Ahí nació Olga Gutiérrez y Los Latinos del Ande. De pronto, la cantante argentina terminó su contrato y se fue. “Nosotros seguimos trabajando ya con más fuerza”. Héctor estaba de visita donde un amigo, que era radioaficionado y se conectó con Panamá. Le dice estoy acompañado de un amigo tuyo, el negro Jaramillo. Dile si quiere venir a Panamá por las fiestas de agosto. Hay una escuela 10 de Agosto y un colegio República del Ecuador y por la celebración van a rendir un homenaje.

RCA Víctor, en Quito

Para viajar Héctor tenía que pedir permiso en su trabajo. Era contador general de la RCA Víctor, en Quito. Cómo tenía vacaciones, pidió y se fueron a Panamá, donde les hicieron una audición en el Hotel Panamá Hilton. Los contrataron por un mes. No podía ese tiempo quedarse muchas semanas, porque solo tenía 15 días de vacaciones. “No se que hicieron mis compañeros que aceptamos el contrato y nos quedamos”.

En las fiestas de agosto, Olga Gutiérrez estaba por Centroamérica y los vio en la televisión y a través de toda la publicidad que habían hecho alrededor del trío. La cantante argentina comentó que debía mucho al Ecuador en su carrera y que quería también ser parte de las celebraciones. Se trasladó de Nicaragua a Panamá. Hicieron una audición en el Panamá Hilton y les extendieron hasta cuando los artistas ecuatorianos quisieran trabajar. Vivían con todos los servicios en el Hotel, les pagaban y se presentaban en otros eventos también.

Los Brillantes y RCA

Los días fueron pasando y el empresario de Olga Gutiérrez les dijo que tiene un contrato en Costa Rica. Pasó el tiempo y Héctor tenía que regresar, pero le decían “vamos nomás”. Seguían las presentaciones y en la televisión de la República de El Salvador, el gerente del canal dice “Olga Gutiérrez y los Latinos del Ande como que no es un título muy comercial. Ustedes son brillantes para cantar, porque no se cambian de nombre”. Desde ahí comenzaron a trabajar como “Los Brillantes” …

Llegaron a Guatemala y Héctor les indicó “de aquí ya nos regresamos”, pero resulta que el papá de Marcel Rivas, Leonardo, conocido “El Duende” Rivas, vivía en México y era muy relacionado con los medios de comunicación y espectáculos. Les dijo “yo he escuchado mucho a este grupo y me gusta. Les puedo conseguir trabajo”. Se fueron a México y se quedaron dos años. Mientras tanto, Galo Rotha, que era gerente de RCA Víctor en Quito, le perseguía por todo lado para pedirle que regrese, porque Héctor era el hombre orquesta: era el contador, el director artístico, el músico en las grabaciones y el vendedor del material, es decir en él estaba todo el movimiento discográfico.  El intérprete quiteño conversó con el gerente de la disquera y le explicó que ya no regresaría a laborar, porque como cantante ganaba mucho más que como contador.

En México participaron en todos los programas de televisión, uno de ellos con Pedro Vargas. Participaron en un par de películas conseguidas por “El Duende” Rivas: “Los tres y yo”, en 1962 y “Las chivas rayadas”, en 1964.

El regreso al Ecuador

“Los Brillantes” regresaron al Ecuador para mostrar lo que habían realizado en la gira internacional. Era el cumpleaños de Héctor y quedaron en reunirse en la casa de intérprete quiteño, pero no fueron, “de pronto dijeron nos separamos y sigan su camino”.

Héctor y Olga Gutiérrez continuaron cantando en la Compañía de Ernesto Albán Gómez. Hicieron giras y trabajaron duro. “Un día, la mamá de Homero llegó y les comentó que los chicos están arrepentidos, porque habían grabado por su cuenta y no pasó nada con sus grabaciones”. La cantante argentina le indicó que con los dos: Eduardo Erazo y Homero Hidrovo nunca más. “Usted, porque ha venido y es la mamá, de Homero le voy a aceptar a él”. Así inició “El Trío Los Brillantes”. Estuvo una etapa larga hasta inicios de la década de los 70.

El Hombre del Pañuelo Blanco

 

En 1972, Héctor Jaramillo inició la carrera como solista. Se habían separado Los Brillantes y comenzó a trabajar con el arreglista, compositor y requintista y acordeonista manabita, Naldo Campos, quien fue su último compañero en Los Brillantes y vivían prácticamente dentro de un estudio de grabación. “Yo tenía un ojo tremendo, por haber trabajado en una disquera”. Sabía lo que le gustaba al público y escogía los temas para los diferentes artistas de la época y le cayó el “Pañuelo Blanco”. Se aprendió y le indicó a una chica que había pegado con ellos con un vals y un bolero. Le dijo “este pasillo te queda perfecto para tí”. La respuesta fue. “No, no me gusta. Esa pendejada, no”.

Cuando llegó a su casa, su esposa, Adelaida, viéndolo preocupado, le preguntó ¿qué pasó? Héctor le contó que es la primera vez que le rechazan un tema. ¿Cuál? Pañuelo Blanco, le contestó. “Si a mí me gusta el Pañuelo Blanco, a otras personas les puede gustar. Ofrece tú a la disquera”.

“Tú crees que pueda cantar de solista”. Le dijo que sí. Fue donde Jorge Macías, en ese momento director musical de ONIX. Escuchó el tema y respondió: “este es el disco del año. Esta noche lo grabamos”.

Naldo Campos, era su vecino, y le contó que le aceptaron que Héctor cante. “Pero qué acople le ponemos le pregunta”. Naldo le contesta “no se preocupe compadre. Hoy le hacemos la otra canción”. Comencemos por el título “Ódiame si quieres”. “El esposo de Holanda Campos, un señor Torres, le gustaba mucho escribir comenzó con una estrofita, Naldo metía sus palabras y yo las otras palabras. Hicieron los cuartetos”.

Naldo, leyendo el poema le dijo: “el resto es mío” y le puso la música, hizo los arreglos. Fueron a grabar y resultó ser una de las grabaciones más baratas de la historia discográfica de la época.

Naldo Campos, “El Gato” Saltos con la guitarra eléctrica; Ramón Alarcón “El Paragua”, era el bajista; y Héctor Jaramillo, en la guitarra. Cuatro acompañamientos y venga el Pañuelo Blanco.

El Pañuelo Blanco en las rockolas de Guayaquil

Al siguiente día, Jorge Macías les preguntó y ¿qué pasó con el disco Pañuelo Blanco? Le contestaron que ya está grabado. “Vamos a escucharlo”. Al hacerlo indicó esto tiene que ir a la mezcla e ir a la prensa. Se prensaron los primeros discos y el señor Francisco Feraud Aroca, propietario de Almacenes JD Feraud Guzmán, era también el dueño unas 100 rockolas que estaban repartidas en todas las cantinas de la ciudad. “Hay que comenzar la promoción en las máquinas nuestras”.

Fueron a la primera rockola, escucharon y le dijeron que no les gusta. “El disco le dejo. Si en 15 días que volvemos no ha pasado nada, cambiamos el repertorio. Así, una de cal y otra de arena. Unos decían el pasillo está lindo otros no me gustan”, relata Héctor.

Pasaron 15 días y fueron a la primera rockola que dejaron el disco. El dueño les comentó, sin saber que cantaba Héctor Jaramillo, es la primera vez que me equivoco. Le indicó “venga don Jorge” y le lleva a la máquina que contabilizaba cada uno de los temas. “Son 140 títulos que hay aquí, más del 90 por ciento de todo esto es solo el Pañuelo Blanco. Una persona llegaba ponía el Pañuelo Blanco, venía otro con un sucre y el Pañuelo blanco…”

El dueño de la cantina hizo un comentario: “Cervecería Nacional debería darle una regalía por la venta de cerveza, porque esta canción hace chupar al que no quiere”. Desde ahí comenzó su carrera como solista que tuvo como base el tema Pañuelo Blanco. Héctor recuerda que en ese tiempo se hizo un Long Play. Puso un par de canciones suyas. Una que le tenía mucha fe, pero el Pañuelo Blanco no dejó entrar nada, porque esa canción era la que valía del LP.

La anécdota de El Clavel Negro y el compadre Fausto Galarza

Era 1974 y le cayó el tema Clavel Negro, del mismo autor de Pañuelo Blanco. Héctor Jaramillo recuerda la anécdota. El señor Víctor Galarza, hermano de Fausto Galarza, hace un comentario: si mi compadre Héctor Jaramillo, con esa voz que tiene ha pegado con Pañuelo Blanco, cómo no voy a pegar yo con el Clavel Negro.

Puso una prohibición en los estudios de grabación para que, sin el permiso de él, nadie está autorizado a grabar. Héctor lo tenía pendiente. Viajó a una presentación en el estadio Bellavista, de Ambato, y él estaba en el público. Le habían dicho que todos los artistas que graban sus canciones ni le nombran, él único que lo hace es su compadre Héctor. “En efecto quiero cantarles Pañuelo Blanco, que nació aquí, en la ciudad de Ambato. Es de mi compadre Fausto Galarza y quiero dedicarle, quizá esté escuchándome”. Él había estado en el público. Se pegó los tragos” y, al terminar el espectáculo, fue a los camerinos y le invitó a Héctor a su casa.

Entre copa y copa Héctor le dijo: “déjese de pendejadas compadre, déjeme grabar el Clavel Negro. Consiguió la autorización para hacerlo. “Así lo hizo y pegó con fuerza”. En ese tiempo se hacía 600 discos. De eso se regalaba a las emisoras y el resto se vendía. Se reproducía cuando el disco se había vendido. Repartió a las radios y no pasó nada; no alcanzó a vender los 600 discos que tenía.

Héctor va a la radio Cristal, cuyo propietario era Carlos Armando Romero Rodas. “Don Armando, quisiera que esta canción no la escuche ahorita, sino en la casa y me comenta si podemos hacer una promoción especial, porque Pañuelo Blanco no ha dejado pasar por ningún lado”.

Héctor Jaramillo en el programa de JJ en Radio Cristal

El propietario de Radio Cristal escuchó en su casa, y en la misma noche le llamó “mañana en el programa de JJ le hacemos el estreno de esta canción, porque este va a ser el disco de este año”.

Héctor fue al siguiente día y Carlos Armando Romero Rodas comentó al aire: “estamos en el programa de JJ, pero hoy vamos a dedicarle a Héctor Jaramillo. No es costumbre de la radio, pero por primera vez voy a abrir los números telefónicos, para que ustedes comenten el tema y hablen con Héctor Jaramillo”.

El teléfono no dejaba de sonar, llamaron muchas personas. De pronto, Salió una voz tierna: ¿qué edad tienes? Nueve años. ¿Qué haces hasta esta hora, ya son como las 22:00? La niña contó que escucha La Hora de JJ siempre, para hacer sus deberes, pero “esta canción del señor Jaramillo está lindísima”. El comentario fue fabuloso. La gente adulta también apoyó con muchos comentarios. “Fue mi segundo pepo, era el hombre del Pañuelo Blanco y ahora el hombre del Clavel Negro.

El Hombre del pañuelo blanco

 

Este título le pusieron porque es la canción que no puede faltar en su repertorio. Asegura que en las presentaciones primero canta El Paisano, La Lambada y en medio de la Lambada la gente empieza con algo que sea blanco. Héctor les dijo lo que ustedes pidan, ahí va el Pañuelo Blanco, que está dentro del orden establecido.

De acuerdo con la declaración de Don Francisco Feraud Aroca, el Pañuelo Blanco es la canción más vendida del Ecuador, pasándole inclusive a las canciones Julio Jaramillo, destaca.

A Héctor nunca le ha gustado los seudónimos como El Mago, El número 1, El rey. “Simplemente, identificarme con algo mío, con el Pañuelo Blanco por eso por donde voy “soy El Hombre del Pañuelo Blanco”. Este es un tema que ha llegado a todos los estratos sociales. Por ejemplo, en Samborondón, les invitan a reuniones sociales y le piden el Pañuelo Blanco. Lo mismo pasa en el Suburbio del Puerto Principal. “Me han llamado a una casa donde no entra más de 20 personas acomodando en sillitas”, pero quieren oír el Pañuelo Blanco, El Paisano y todas las canciones, porque les invita a bailar y cantar. Mientras cantan, van bailando conmigo. Es una relación de haber comulgado tanto con la gente. “Yo me pongo nervioso siempre, hasta ahora. Pasa unos dos o tres minutos del espectáculo, cuando ya siento que estoy con la gente se va todo”, reitera.

Los pegaditos

 

Era finales de los 70 y se le ocurrió hacer “Los pegaditos”, conocidos así a los mosaicos con todas sus canciones, mientras trabajaba en la peña “El Rincón Folklórico”, de Guayaquil. “Yo tocaba la guitarra y cantaba. Comenzaron a pegar los temas. Uno de los clientes le dice “Don Héctor por qué no graba esto”. En el repertorio siempre estaba con el pañuelo Blanco, Clavel Negro, Ódiame si quieres y Ya no te quiero. ¿Usted cree?  Fue su respuesta. Y le replicó el público es el que manda y le está respondiendo. ¡Grábele!

Preparo el disco y la presentó en ONIX. El director musical le dijo “no, esa cosa no vale”, Cómo vas a pensar que las canciones más representativas vayan cortadas, no, no…”  Héctor se fue y habló con Pancho Feraúd, le pidió “quiero que escuches este casete y si te gusta podemos seguir adelante. Al día siguiente le llamó y le respondió “me gusta. Habla con Jorge”. Le contesta ya hablé con él, pero no le gusta. “A ya perfecto lo hacemos que lo pague el almacén de música”. Aprovecharon que el director musical estaba de vacaciones y cuando regresó, preguntó si había alguna novedad en la fábrica. Le indicaron que “la novedad es el disco de Héctor Jaramillo.

¿Cuál disco? Ha hecho unos mosaicos. “Yo le he dicho que eso no sirve”. Los empleados le contestan. “Estás equivocado, acabamos de hacer 20 mil discos que ya están vendidos”. La venta subió y tuvieron una serie de seis Long Plays y después lo redujo a dos en la época del CD e hizo un tercero con canciones nuevas. “Esos discos han sido el soporte de mi carrera”.

El resto de las grabaciones las hizo en ese estilo. “Todos fueron un éxito bestial”, repite. Resumió en los dos CDs lo mejor de los seis LPs. Fue un éxito en ventas. Hizo uno nuevo, más un tercero y también pegaron. De ahí no ha vuelto a grabar, “porque con eso tengo un soporte tremendo. Con eso trabajo, la gente espera las canciones. Eso es lindísimo”.

Héctor con la experiencia de haber trabajado en una disquera logró unir los temas que se constituyeron en la selección del Ecuador de ese tiempo. Escogió las mejores canciones y se hizo el disco.

Héctor Jaramillo “El varón del pasillo”

El productor y director musical riobambeño, Paco Godoy, asegura que Héctor Jaramillo es el hombre de los éxitos, porque puso a bailar a la gente del Carchi al Macará y a los compatriotas en el mundo, con los mosaicos ecuatorianos, con tonadas, sanjuanitos, albazos y, por supuesto, los pasacalles, acompañado siempre de su compadre, el director musical y Naldo Campos. “Tuve la oportunidad de coincidir con Héctor Jaramillo en una gira de 20 días, en California, actuando en San Diego, Hollywood, San Francisco y Los Ángeles”. Era el año 2000.

Cuenta que ahí tuvo una anécdota. A él le dieron el requinto y a Héctor Jaramillo la guitarra. Los dueños de esos instrumentos eran los integrantes del Trío Martino, que alternaban en esa gira y grabaron un hermoso video.

En el hotel compartieron la habitación donde conversaron en largas jornadas. “De él aprendí mucho porque decía, Héctor Jaramillo es representado solamente por Héctor Jaramillo. Soy artista exclusivo de Héctor Jaramillo. Eso nos daba como ejemplo a los artistas ecuatorianos de que como el país es pequeño, el mercado musical también es pequeño, lo mejor era uno mismo ser representante”. Así había caminado por Europa y América difundiendo la alegría de la música ecuatoriana.

La gente le quería, le aplaudía, le abrazaba, se tomaba fotos y vendía muchos discos, en aquel entonces, pero lo que hay que destacar, indica el cantautor riobambeño. Es su calidad humana, eso es lo principal y le caracteriza al Maestro.  Héctor Jaramillo es conocido también como “el varón del pasillo”, por esa voz gruesa y grave que tiene, manifiesta Paco Godoy.

El primer CD

 

Héctor recuerda que un DJ le comentó: Don Héctor, estamos con estos discos que son más cómodos. Los anteriores eran muy grandes. ¿Por qué no hace un CD? Ahí Héctor hace el primer CD, acoplando los primeros discos Long Play y fue un éxito. Logré hacer tres con los que trabajo hasta ahora y la gente no acepta más cosas”.  “El trabajo que hago yo es un espectáculo de lomo fino”, porque es pura canción pegadita. Eso ha hecho que pueda permanecer tanto tiempo en el escenario”.

Lo maravilloso de estos temas es que son canciones alegres. No obstante, recuerda que la primera vez que cantó en El Sabor Latino, un Nigth Club muy prestigioso en Nueva York, un par de muchachas de 20 o 18 años oían El Paisano y lloraban. Decían “esto nos llevó de regreso a la casa. Estamos sintiendo nuestra tierra y el golpe de la emoción ha hecho que lloremos”.  Luego con el Pañuelo Blanco la gente se destapa y llora.

Asegura que en el extranjero es más fuerte la nostalgia, porque hay gente joven bailando y llorando cuando canto el Paisano. “Son canciones alegres. Cuenta que un día se le ocurrió terminando su espectáculo llamar a un representante de la mesa que más bailaba y más lloraba. Le dice que es lo que le pasa con esta música tan alegra usted esta llorando. Le dice usted me ha trasladado a mi casa. He pasado estos 40 minutos en el Ecuador comiendo el yahuarlocro, cuy, acordándome de mis amigos y mi familia. La música suya tan festiva me hace bailar, pero los recuerdos han sido tan fuertes que me han hecho llorar también.

Héctor Jaramillo tiene un grado de aceptación alto en Europa en general. “He tenido la suerte enorme de trabajar en Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Bélgica y en España.

La Voz

No fuma, ni toma. Tiene una alimentación sana, come mucha fruta, descansa más que suficiente, hace ejercicio. No vocaliza, pero la voz se mantiene firme.

Recuerda que hace 20 años viajó a Los Angeles-California y estaba en la casa de un empresario. Todos habían salido y llamaron al teléfono. Le preguntaron si está la señora tal. Héctor les contestó no hay nadie… Al otro lado de la línea le replicaron: ¿le puedo dejar un recado? Le contestó: “no, porque si usted me deja un recado, yo cierro el teléfono y me olvido”. Le preguntó qué edad tiene y le respondió 70 años. Le indica que no puede ser de ninguna manera. Esa voz no es de 70 sino de 40 años. “Hasta ahora gracias a Dios tengo la voz perfectamente bien”.

En una caída durante un espectáculo se rompió la mano

Siempre ha pensado escribir sus memorias, pero no hubo la oportunidad de realizar ese sueño, a pesar de tener cien mil historias, cosas, viajes, caídas. Cuenta que tuvo una caída hace 25 años. Era entre las primeras veces que iba a España. Le tocó trabajar en la Plaza de Toros Leganés y estaba en el camerino.

En ese viaje le acompañó su hija. Era la que revisaba los detalles del sonido. Cuando, de pronto, dicen el ícono de todos tiempos, “con los adjetivos que me ponen cuando me presentan. Salgo del camerino y cuando estaba llegando al escenario, corriendo, me enredo en los cables y voy a dar en la mitad del escenario”. El micrófono salió, por un lado, el reloj por otro. Unas personas le levantaron. Pidió otro micrófono. Se sacudió un poquito, pusieron la pista, cantó las canciones. Hizo el espectáculo perfectamente bien con el consabido otra, otra, otra…

Salió del escenario y el dueño del espectáculo, era el español Sergio Hermoza, quien le dijo “aquí están los médicos de la plaza para que te vean”. Entonces el médico le diagnosticó que tenía rota la mano. Héctor le respondió: “yo me he caído mil veces”. El galeno le pidió que, por seguridad, se vaya a su clínica. “En este rato voy a llamar para decir que usted va e inmediatamente le atiendan”. Le recibieron bien en la clínica, los médicos a la pelea para atenderle. Le tomaron la radiografía y le confirmaron que efectivamente estaba rota la mano.

Le hicieron las primeras curaciones y le enviaron con un colgador en el brazo. Le pidió a su hija regresar a la plaza para terminar de ver a los compañeros. Regresó y Sergio le dijo: “Os ha visto toda la plaza porque hay cinco pantallas y os ha visto salir del camerino hasta la caída. Yo gil, salgo al escenario a agradecer”. Los asistentes dijeron: que cante, que cante… Tuvo que hacer un medio espectáculo, nuevamente.

Ese momento se sintió bien, cogió el pañuelo y lo botó a un lado. A los dos días estuvo de retorno en Guayaquil. Le dijeron que hay que quitarse el yeso, a los ocho días más o menos. Le dicen que cuesta 60 dólares, le pareció un costo muy elevado. Por ello, con una tijera el mismo se quitó. Eso no debió hacer porque quedó con una lesión, sin poder cerrar.

Los médicos le indicaron que debía hacer rehabilitación. No obstante, consideraron que, debido al descuido, ya era demasiado tarde. “La ciencia llegó hasta aquí, ya no hay nada más que hacer, así puede quedar su mano, con una dificultad para cerrarlo completamente”, le comentó uno de los galenos. No obstante, le recomendaron hacer una rehabilitación con una metodología de Charles Atlas, del cuerpo más perfecto que ha tenido la humanidad. Él nunca uso pesas, no uso nada, sino tensión. “Usted, con tensión, trate de cerrar para ver si avanza o no. El resultado fue fabuloso: ahora cierra la mano y todo. Ni el   médico no cree que ya estoy así”. Es la constancia y la disciplina. Lo único malo es que perdió la fuerza. No puede tocar la guitarra, dejó de hacerlo hace 25 años.

El baile

Sobre el baile, destaca que de “guambra era bien novelero para ir a las fiestas de colegios”. Siempre ha llevado el ritmo en el cuerpo. Oye música y está en movimiento, más aún si es la música nacional. “En las bombas que yo hice, el ritmo de la Lambada ecuatoriana. Baila y la gente dice. Cómo se mueve el viejito”, comenta entre risas.

De la calle Checa Quito hasta Guayaquil

Héctor Jaramillo nació y creció en la calle Checa, cerca de la iglesia de El Belén, entre lo que era antes el Colegio 24 de Mayo y el Colegio Mejía, en el centro de Quito. En la mitad de las dos instituciones vivía. De ese sector salió a los 30 años a la ciudad de Guayaquil, porque la base del trabajo musical y los contratos se desarrollaban desde el Puerto Principal, desde esa época se quedó a vivir en la Perla del Pacífico.

Luego de terminar con el Grupo Los Brillantes conoció a su esposa, Adelaida, quien estudiaba en el Colegio María Auxiliadora, que estaba al frente del sitió donde vivía y ensayaba. Muchas chicas eran fanáticas de Los Brillantes. “La monja se salía de la clase, le daban la vuelta al pizarrón y pedían las canciones que querían escuchar”.

De pronto “le puso el ojo” a Adelaida. Un día se quedó del bus. Héctor bajó y le abordó. Se hicieron amigos. “Así comenzó mi transformación romántica completamente con ella”. Da gracias a Dios por haberla encontrado y es su compañera desde hace 49 años. En septiembre de 2022 cumplirán 50 años de matrimonio.

La canción y Adelaida

Hay una canción que escribió Manuel Araujo Chiriboga a su prima hermana Carlota Jaramillo “Sendas distintas”. La diferencia es más o menos parecida entre Carlota y su marido, que la de Héctor con su esposa Adelaida. “La diferencia es que el Gato le escribió a Carlota. En mi caso, Adelaida me escribió a mí”. Héctor le dedicó a su esposa “Enséñame a querer y Adelaida le dedicó “Solo Tuya”. La composición le gustó, que luego de un tiempo y con algunos cambios la interpretó y se llama “Solo tuyo”.

Una parte de la canción dice “Mi juventud no será igual sin tu cariño, quiero vivir y ser eternamente tuya. Yo de tu amor no he de olvidarme nunca. Te amo”. Adelaida le contaba a Héctor que había una prohibición de su familia de que le vea, pues no aceptaban que haya una relación. Se graduó de abogada y estaba estudiando Relaciones Internacionales, cuando le comenta que su familia le va a enviar a Alemania a estudiar con su hermano, quién ya estaba en ese país. “O nos casamos, o me voy y esto se acaba”. Héctor le contestó “nos casamos” y así se hizo el sábado siguiente.

Se casaron en la casa del abogado José Vicente Ordeñana Trujillo, quien le trajo al jefe del Registro Civil, que -por cierto- fue su padrino de matrimonio. Hubo un grupo muy reducido de amigos: Naldo Campos, Holanda Campos, un par de compañeros de Adelaida y la familia Ordeñana.

Al terminar Adelaida, indicó que les va a avisar a sus familiares que se había casado y se iba a Quito. Ya en medio camino, le llaman que su mamá ya se ha enterado del matrimonio, porque ha llamado Olga Gutiérrez, quien le ha dicho que “por qué le permitió que se case con un hombre, que se pasa durmiendo todo el día, que vive de las mujeres…”.

Su suegra le contestó. “Cómo es posible que usted, una mujer tan inteligente, haya podido soportar tanto tiempo a semejante monstruo, que usted me acaba de describir”. Pasó el tiempo nació su hija. Ahí comenzó a tener una relación con su suegra y después esa relación se transformó en un amor infinito. “Yo adoraba a mi suegra, hasta que falleció. Era mi segunda mamá y yo era uno de sus hijos. Se quedó muy feliz que me haya casado con Adelaida”. Tienen dos hijos: Juan José Jaramillo y María Adelaida Jaramillo. Son profesionales exitosos y cariñosos al máximo.

Héctor confiesa ser muy creyente. Tiene una fe inquebrantable en Dios. Cree en la Virgen de Guadalupe. Cuando estuvo en México asistió a la misa todo el tiempo. Hasta su guitarra fue bendecida en La Catedral de México.

Es distante de las redes sociales. Su vida es muy limpia y transparente. Nunca ha estado envuelto en escándalos de ninguna naturaleza. Nunca ha fumado, en su juventud algo tomaba, pero desde que se casó su vida cambio totalmente, se la dedicó a su esposa y luego a la familia y a sus hijos.

El nombre Adelaida está presente en su vida. Su madre se llamaba Adelaida Venegas, su suegra Adelaida Plaza, su esposa se llama Adelaida Fabre Plaza y su hija María Adelaida Jaramillo.

Carlota Jaramillo

La cantante quiteña es su prima hermana. “Era doble sobrina, porque Natalia la hermana de mi papá era casada con un primo que se llamaba Isaac Jaramillo. Por eso Carlota es Jaramillo al cuadrado: Jaramillo Jaramillo.

Héctor dice que “tuvo la suerte de haberle acompañado a Carlota Jaramillo, con la guitarra de Pepe Jaramillo en el coliseo Julio César Hidalgo”. Cuenta que en Calacalí Carlota tiene un monumento “precioso” en el parque central y el museo está situado en la casa donde ellos vivían.

Entre Quito y Guayaquil

Héctor es el penúltimo hijo del matrimonio entre Adelaida Venegas Venegas y Timoleón Jaramillo Mosquera. Eran ocho hermanos: Vicente, Oswaldo, Víctor Hugo, Lucho, Raquel, Judith y Beatriz, está última y Héctor son los únicos que nos acompañan. De Quito extraña su barrio que era muy unido, en las fiestas había mucha colaboración, jugaban 40. “A los amigos que no los he vuelto a ver, creo que el 95 por ciento ya han muerto. Cuando voy yo soy totalmente extraño en el barrio”.

Héctor vive las canciones que canta, es como si todo lo que interpreta estuviera hecho por él. Eso logra la comunicación con la gente y comulgar con el público. “La gente me ve moverme y se mueve. Le contagio completamente con mi trabajo”. No solo con su voz, sino con todo lo que realiza en el escenario.

En Guayaquil es parte de la ciudad. Mucha gente piensa que es hermano de Julio Jaramillo y que es guayaquileño, pero cuando le escuchan su acento capitalino, que no lo ha perdido. Soy el abrepuertas de mis compañeros si necesitan algo de la parte del Gobierno. Con Jaime Nebot, por ejemplo, querían algo hacer para que conozca la municipalidad”, le llevaban a Héctor Jaramillo. En la antesala le decían tiene cita. Héctor les decía que no. Pregúntele al Señor Alcalde si puede recibirle unos cinco minutos a Héctor Jaramillo y salía Jaime Nebot en persona a recibirle.

Dice que no puede pedir más, porque ha tenido todo. “Nunca me ha faltado nada ni me ha sobrado mucho tampoco, pero no me he perdido ningún tipo de gusto”. Cuando se va de gira con su hija a Europa, ella es muy inquieta de conocer otros países. Le dice “si tu vendes los discos con esa plata nos vamos y así ha ido a muchos países, donde no he cantado”. Ha estado en Turquía, Grecia, conoce la mitad de Europa. Ha trabajado Inglaterra, Francia, Italia, Luxemburgo y España, a este país lo conoce más que muchos de los ecuatorianos que viven el lugar, porque ha trabajado en todas las ciudades donde hay compatriotas que le piden que vaya a cantar.

Hasta ahora está trabajando fuera. El pasado mes de noviembre tuvo la oportunidad de estar en Estados Unidos. A inicios de diciembre se presentó en Santo Domingo de los Colorados donde hubo un conversatorio y le hicieron un homenaje. En ese país una familia le contactó, porque le comentaron “quiero que mi papá, que es fanático suyo, que tiene 95 años, quiere conocerle”. Le llevaron, cantó y fue lindísimo.  

Los 100 discos se acabaron

 

Héctor Jaramillo Venegas cuenta que a Marcel Rivas le debe su presentación en el Madison Square Garden, en Nueva York. Hizo un espectáculo que se llamó “Ecuador canta al mundo”. Estuvieron los Hermanos Miño Naranjo, Alfredo Mármol, La compañía Ernesto Albán y el Indio Mariano.

En esa época estaban de moda los discos de vinil. Había sacado “Los Pegaditos” y fue un éxito grande. Llevó una maleta de 100 discos, para vender en el Madison, “pero resulta que había sindicatos de acomodadores, de la puerta, del que abre el telón, en fin, cien mil cosas adentro y prohibieron la venta, inclusive la toma de fotos”. Al salir había una cola de tres cuadras esperando el siguiente espectáculo y “les dijimos que no había siguiente espectáculo, sino solo ese”.

Una persona lo vio con la maleta y le pregunta ¿no trajo discos? Le contesta que sí ¿Me puede vender? Sacó un disco y la gente comenzó a comprar. Vendió los 100 discos afuera. “Eso fue una cosa lindísima”.

En los escenarios internacionales ha estado también en la Quinta Vergara en Valparaíso Chile, en el Festival de Viña del Mar y la Plaza de Toros Leganés de Madrid.

 

La desinformación sobre su muerte

 

El lunes, 28 de febrero de 2022 una información sobre su supuesta muerte salió en las redes sociales. Muchos de sus amigos de todo el país lo llamaron preocupados e impactados por la noticia. “No sé quién es el vago o vaga que me escogieron a mí para mentir sobre mi muerte”. Las redes sociales de sus hijos y esposa reventaban. En la madrugada recibió una llamada desde Inglaterra de un señor que quería saber si era verdad la noticia y se puso a la orden.

Héctor Jaramillo Venegas sigue cantando y alegrando a los compatriotas del Ecuador y el mundo, porque es el “Hombre del Pañuelo Blanco”…

Para ver la entrevista completa:

Para leer la nota:

Para ver el video: https://bit.ly/35T1CHk

Iliana Cervantes Lima

Voces de la Radio

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