Foto: Izquierda Edwin Rivadeneira González en el año 2000. Derecha superior, Álvaro San Félix y Guillermo Jácome Jiménez, entre otros. El logo de Radio Quito que está en la parte superior de la foto, la diseñó Edwin Rivadeneira en 1965. Derecha inferior, foto de su libro biográfico «Casi un sueño», publicado en el 2007. El paisaje es de su tierra, Otavalo, es muy azul. Se subió a una loma para poner en primer plano a un cultivo de quinua madura, de color naranja intenso. Le dicen la foto de los triángulos.
A inicios de los 60, en su natal Otavalo, era amigo de dos de los referentes de la radio y la televisión: Álvaro San Félix y Toty Rodríguez. En su adolescencia, la actriz guayaquileña siempre viajaba a esa ciudad a visitar a sus tías: las señoritas Rodríguez. Edwin Rivadeneira González, en 1967 creó el slogan,” La fiesta más alegre en la ciudad más amable del país”. Cuando llegó a Quito, el Dúo Benítez – Valencia, con Bolívar “El Pollo” Ortiz, repasaban en su cuarto de soltero antes de presentarse en la Radio Cordillera. En el Quito apacible de esos años vio como caminaba tranquilo en la noche el cantante argentino Leo Marini.
Su pariente y paisano, el ex ministro de Salud y caricaturista, Asdrúbal de la Torre, fue quien le ingresó en el mundo del diseño y la comunicación. Se considera el primer diseñador gráfico del país. Laboró en los diarios El Comercio y El Tiempo. Hizo el logo de Radio Quito y del ministerio de Salud, que hasta ahora está vigente, solo han cambiado los colores. Ha escrito y graficado varios libros. Ha creado libretos para las mejores voces del país. Ha diseñado revistas, portadas y contraportadas de los discos de varios cantantes nacionales, entre ellos Los Corazas, Benítez-Valencia, Banda Municipal de Quito y Cotacachi.
Edwin Rivadeneira González, ingresó al mundo del diseño porque siempre le gustó dibujar y descubrir cosas por sí mismo. En sus inicios en Ecuador no se conocía casi nada sobre diseño gráfico, pero le llamaba la atención cómo estaban graficadas las revistas Life (EE.UU), O Cruzeiro y Manchete (Brasil), porque tenían nuevas propuestas como la diagramación, tratamiento fotográfico. Además, permitía conocer dónde poner las imágenes más potentes para que no pierdan el detalle. Se autoformó y se fue educando.
Su papá, Luis Amable Rivadeneira, falleció cuando Edwin tenía siete años. En 1949, terminó la primaria en la escuela José Martí, en Otavalo. No tenía ninguna idea de su futuro y su tío paterno Tomás Rivadeneira lo trajo a Quito. A su mamá, Carmen Olimpia González, no le gustó mucho la idea de la ausencia de su hijo. Estudio en el Colegio Central Técnico, en la especialidad de Mecánica Industrial, cuando el establecimiento estaba en las avenidas Mariscal Sucre y 24 de Mayo. Después que se graduó, trabajó en la mecánica de la Fábrica San Miguel en Jatunyacu, al norte de Otavalo. A los 22 años, en 1959 le encargaron el rectorado del Colegio Técnico Benjamín Araujo, de Patate, provincia de Tungurahua.
En 1962 formó parte de la compañía Siderúrgica Ecuatoriana e hizo en Quito “el diseño de la estructura en acero del edificio La Previsora en la Avenida 10 de Agosto y Buenos Aires”. En la provincia de los Ríos creó el diseño de cuatro puentes metálicos. “Uno de ellos está sobre el río Vinces, que es de 125 metros de luz y de base sólida”.
Esta empresa estaba ubicada en la avenida 12 de Octubre y Roca. El dueño era judío alemán, Hans Neusteter, su esposa Gi, financiaba a la Orquesta Sinfónica Nacional. El gerente era el Ing. Walter Seligman. La empresa vendía todo lo que era acero para estructuras metálicas. Edwin también hacía el diseño técnico de muebles y estructuras.
“La fiesta más alegre en la ciudad más amable del país”
Edwin cuenta que desde 1953 hasta 1966, la Fiesta del Yamor era una noche de sábado, el más cercano al 8 de septiembre, en homenaje a la Virgen María, donde nació la costumbre de hacer la chicha del Yamor. En la noche había el baile de gala con los otavaleños más pudientes de la ciudad y los residentes en Quito. Se elegía a la reina entre las señoritas que estaban presentes. Los familiares que más plata tenían ponían para los votos y salía electa la reina. Al día siguiente, el domingo en la tarde, era el baile de coronación “y esa era toda la fiesta del Yamor”, celebración que tomó el nombre de una bebida o chicha preparada con siete variedades de maíz.
Empezaron a analizar por qué Otavalo perdía habitantes. “La situación económica era terrible y la solución era el turismo”. Por ello planificaron desde junio de 1967, mediante Ordenanza Municipal, la institucionalización de este festejo. Incluso, el Gobierno local apoyó en esta iniciativa. “Para cumplir nuestro sueño de transformar las fiestas del Yamor y hacer una fiesta de 10 días en la que todos colaboren y disfruten”.
Vicente Larrea fue el primer director de las Fiestas, motivó a las instituciones y los barrios de Otavalo para que participen. Se utilizó por primera vez los afiches, de esa forma las fiestas se difundieron a escala nacional. A Edwin le tocó hacer desde artículos sobre este cambio, en eso “me sonó la flauta con el slogan: La fiesta más alegre en la ciudad más amable del país”, que tiene vigencia más de 50 años hasta la actualidad. “Para mí es un sano orgullo ser el autor”. Efrén Andrade Valdospinos ayudó en todo lo legal porque era abogado.
Se promocionó en los periódicos a escala nacional que publicaban lo que Edwin enviaba. Tiene un álbum grueso con todas las publicaciones, que da la medida de cuanto se hizo. Para las fiestas del Yamor se hicieron cuñas. La producción fue de Jaime Moya, quien fue 35 años técnico de Radio Quito. No costo un centavo. Era en cinta abierta en cartuchos, indica.
Jaime Moya Herrera recuerda los esfuerzos que hizo Edwin y un grupo de otavaleños, para sacar adelante su terruño promocionando las fiestas del Yamor. Llevaba músicos y cantantes. “Yo colaboré con entusiasmo por esa tierra hermosa. Edwin era mi amigo, un excelente profesional y una persona intachable”.
Radio Otavalo y el Toro Barroso
Esta emisora era de propiedad del fotógrafo Hugo Cifuentes, compositor del Toro Barroso y su mejor amigo era Augusto Dávila. En 1958 Álvaro San Félix llegó a Otavalo a dirigir esta estación que se la conocía también como la Radio La Voz del Altiplano. En Chile se especializó en radiodifusión, porque en ese momento ese país tenía las mejores emisoras y Colombia también, comenta Edwin.
Hugo Cifuentes le costeo el viaje de regreso de Chile, para que dirija su estación radial. Esa emisora tenía programas en vivo. Duro pocos años, no había publicidad para financiarla. “La pobreza de la ciudad era tal que era imposible lograr ingresos publicitarios”, indica. Álvaro la financiaba a base de dramas y obras de teatro que él realizaba y dirigía. Era actor, libretista y locutor. “Era extraordinario, hizo muchas cosas positivas para Otavalo”. En esta estación se hacían radionovelas y cuentos infantiles.
Álvaro San Félix y la visita de Bolívar a Otavalo
El 31 de octubre de 1972, en la ciudad de Otavalo, se recreó la última visita de Simón Bolívar a Otavalo. El creador de esta teatralización fue Álvaro San Félix, un guayaquileño que se adentró mucho en el quehacer de Otavalo. Personificó al Libertador Simón Bolívar y Toty Rodríguez era Manuelita Sáenz. Todo el mundo colaboró. Álvaro siempre vio muchas potencialidades “en mi tierra”, destaca Edwin.
Otavalo tenía la categoría de villa y el 31 de octubre de 1829, mediante un Decreto firmado por Simón Bolívar, fue declarada ciudad. Esa fue la recreación que hizo Álvaro San Félix cuando personificó al Libertador. Le acompañaron los Granaderos de Tarqui, la guardia del Palacio de Carondelet, en Quito. Y la Manuelita Sáenz otavaleña “fue representada magníficamente por la guapa, talentosa y gran amiga Toty Rodríguez”. Los extras eran los directores de teatro de la capital, hubo extras otavaleños también. Inclusive, como en la época de Bolívar, los frailes Franciscanos estaban ya establecidos en la ciudad, en la villa en ese entonces. “Había que personificar a un fray y fueron a pedirle en el convento que les preste el vestuario de esa orden y el jefe de los franciscanos dijo ¿por qué no puedo actuar yo? Y así lo hizo.
Parte del público se vistió a la usanza antigua. Los niños no pensaban que fuese una representación teatral, sino que era Simón Bolívar, quien llegaba. Para ellos, en su fantasía era Bolívar en persona el que estaba en la ciudad. “Fue lindo eso”, rememora Edwin.
Carlos Benavidez Vega era el nombre verdadero de Álvaro San Félix. Edwin Rivadeneira indica que antes se usaba los seudónimos porque fundamentalmente era un snoff de tener un nombre rimbombante, para la publicidad, más que para esconderse del público. Por ejemplo, el director de teatro, Hugo Vernel, era el seudónimo del que fue articulista de diario Expreso, José Guerra Castillo. “Muchas veces el nombre propio no funciona y se pone un nombre ficticio para que suene muy bien”.
Cuenta que Álvaro era un gran amigo, muy talentoso y un excelente escritor de radionovelas. En el trabajo era muy exigente, porque formaba locutores. Escribió libros para Otavalo, La Monografía de Otavalo en dos tomos; En lo alto grande laguna, parte verdad histórica y fantasía, que es el nombre antiguo de Otavalo. Otegualo que es en lengua chibcha. Este libro es una maravilla para leerlo, porque en cada hecho histórico él ponía personajes ficticios para hacerle como novela la parte real histórica. Álvaro se graduó en el Colegio Nacional Otavalo, que estaba frente al mercado 24 de mayo, reitera Edwin.
Álvaro es autor de la leyenda de la imagen del Señor de las Angustias, el patrono de Otavalo, que se venera en el templo mayor de la ciudad. La leyenda se llama “La Tarde que el señor llegó”, donde narra cómo llegó misteriosamente la imagen del señor de las Angustias a la ciudad. Le tocó a Edwin, hace pocos años, recrear a escala esta pintura. Lo hizo en un lienzo que tenía una estructura inmensa de madera, porque la pared era húmeda y, de ese modo, no se afecte la obra. Se dejó un espacio de aire entre la pared y la pintura para que la humedad no afecte al lienzo.
La pintura que mide unos 24 metros y está en la entrada principal, al lado sur de la iglesia, a mano izquierda, en un espacio que no existía un altar lateral. Edwin hizo a escala el diseño para que los cuatro maestros del Grupo Acuarela: Edgar Sandoval, Jorge Tabango, Fernando Erazo y Jaime Torres hicieran ese especial e inmenso trabajo. El dibujo es sobre la realidad y fantasía de la leyenda.
Estos cuatro pintores, graduados en San Antonio de Ibarra, lo hicieron en un lienzo inmenso en tamaño natural. Ahí consta el nombre de Edwin Rivadeneira. “Creo que con esa obra ya tengo ganado el purgatorio por lo menos. Me llena de un sano orgullo lo que se ha hecho”.
Toty y las señoritas Rodríguez
Edwin cuenta que Toty Rodríguez fue electa en 1960 Miss Ecuador para el torneo de Miss Mundo en Londres. Pasó a Francia donde hizo cine con el mejor actor de ese país, Luis Defunes. Participó en unas tres películas. La actriz guayaquileña regresó al Ecuador, como su padre era otavaleño, ella siempre tuvo este acercamiento con la ciudad. “Desde cuando era adolescente. Quiere mucho a Otavalo”.
Llegaba a la casa de sus tías que eran las señoritas Olimpia y Mariana Rodríguez. Eran muy elegantes y estupendas personas. El padre de Toty, Francisco, construyó una casa para tener donde llegar con sus hijos, porque siempre les inculcó el cariño por la ciudad que nació. Esa casa existe y ahora es el local de la Cruz Roja.
Quito, Leo Marini, el Dúo Benítez-Valencia y el “Pollo” Ortiz
Edwin se hizo amigo de Luis Alberto “Potolo” Valencia en Radio Quito. Con Gonzalo Benítez ya se llevaban porque era de Otavalo. Fueron sus grandes amigos desde la época de Radio Quito. En una época hubo un distanciamiento entre el Dúo, con radio Quito y su programa “Canciones del alma” que lo hacían los lunes, miércoles y viernes se trasladó a Radio Cordillera.
Cuando vivía en la Plaza del Teatro por la calle Flores, el dúo iba a ensayar “en mi habitación de soltero”. De ahí se trasladaban a la emisora que estaba situada en el último piso del edificio de la Botica Pichincha, ahora Fybeca, en la Esmeraldas y Guayaquil.
Actuaban y “volvían a mi cuarto” a seguir la bohemia con muchos paisanos que ya les esperaban en el cuarto de Edwin. “Eran grandes noches de bohemia”. Los cantantes eran gente común, sin pretensiones. Iban Luis Alberto con Gonzalo y Bolívar “El Pollo” Ortiz, que era el guitarrista. “Eran muy sencillitos, a pesar de ser los mejores del país, durante muchísimos años”. El “Pollito” casi no hablaba, pero era un excelente guitarrista, reitera.
En esa época, en Quito se conocían todos. Aunque no eran amigos se saludaban. Recuerda que más o menos a las 24:00, “en la misma vereda que yo caminaba”, en la calle Olmedo, venía en sentido contrario otro señor con bufanda en el cuello, bien protegido del frío capitalino. Era nada menos que Leo Marini, el hombre que admirábamos como extraordinario cantante. “Ese argentino enorme Leo Marini y así hay muchas vivencias que sería largo enumerar”. El cantante argentino era muy amigo del intérprete quiteño Fausto Gortaire.
Aerolíneas Ecuatorianas (AREA) y la creación artística
A inicios de los 60, Asdrúbal de la Torre, ex ministro de Salud, caricaturista y primo en segundo grado de Edwin, siempre estaba pendiente de lo que hacía su pariente. En ese tiempo era el jefe de Relaciones Pública de la compañía de vuelos Aerolíneas Ecuatorianas (AREA). Los dueños eran los integrantes de la familia Arias Guerra. Le propuso a Edwin que integre Aerolíneas Ecuatorianas cuando la empresa pasaba a ser línea aérea internacional con vuelos a Bogotá y Miami. Edwin en esa compañía empezó a realizar lo que le había gustado desde niño: dibujar y diseñar.
Cuando Edwin ingresó, AREA adquirió un jet comprado a la compañía BOAC de Inglaterra. Era el avión Comet 4, “el primer avión a propulsión comercial en el mundo” que tenía cuatro turbinas Rolls Royce. En imagen tocaba ponerse a la altura de un avión poderoso, porque era el primer jet comercial en el país, la competencia de AREA era Ecuatoriana de Aviación que tenía aviones mitad hélice mitad turbina y AREA era totalmente jet.
El avión jet pequeño para diseñar los colores le proporcionó la compañía BOAC. Era de aluminio. Edwin lo pintó como debía ser el real que estaba en Miami. Además, se modernizo la imagen y se diseño el vestuario de las azafatas. Tenían un sombrero cuencano de paja toquilla, en las blusas en vez de collar iba la palabra AREA repetido alrededor del cuello, predominaba sobre el blanco de las blusas el color concho de vino y el sangre de toro, que eran dos colores variantes del rojo obscuro. En los counters de Quito y Guayaquil se estandarizaron los colores y se hizo lo mismo en Bogotá y Miami, así como los boletos, los tikets de equipaje. Se diseñó una revista de difusión turística del Ecuador. Era informativa y con gráficos que llamaban la atención: sitios turísticos del país, historia de la aviación ecuatoriana y mundial.
El diseño en esos años era elemental, se hacía la publicidad de una empresa letra por letra. Se iba recortando y pegando en una cartulina de fondo. Después ya vino el sipatón que eran las letras adhesivas a las cartulinas. “Ya no era el recorte, pero igual se iba pegando letra por letra”. Se hacía más rápido. Si antes se demoraba con este nuevo sistema se lo hacía en menos tiempo, asegura.
En 1965 fue parte de la delegación del país al Congreso de la Confederación de Organizaciones Turísticas de América Latina (COTAL) en Bogotá. Viajó en el DC.7B de AREA, que en ese tiempo “era la nave aérea más grande del mundo”. Ecuador tuvo su stand en ese congreso. “Había folletos elegantes en papel común y una sola tinta, pero el texto era estupendo hablaba de que las empresas que trabajan en turismo sean amables”. Ahí se le ocurrió e Edwin el slogan para a Otavalo: La fiesta más alegre en la ciudad más amable del país. “Siempre estaba aprendiendo cosas, viendo y observando todo lo nuevo que me atraía”.
Departamento de Publicidad en diario El Comercio
Edwin ingresó a diario El Comercio a mediados de los 60 al recién creado Departamento de Publicidad. Lo llevó igualmente Asdrúbal de la Torre, quien era caricaturista del matutino quiteño. “Él siempre influyó en mí”, porque sabía cuáles eran sus valores y habilidades. En el matutino quiteño a los clientes y empresas se les hacía los artes para el anuncio respectivo, señala.
En diario El Comercio lo más avanzado eran los linotipos. Cada renglón de texto era un pedazo de plomo, así era cuando el diario estaba en la Chile y Benalcázar. Después, cuando ya se pasó al nuevo edificio de San Bartolo, al sur de Quito, se introdujo las computadoras. La gente que laboraba antes en los linotipos, no todos se adaptaron a las computadoras, muchos fueron liquidados y otros pasaron sin problemas a lo nuevo. “Yo fui testigo de todos esos cambios que ahora parece cuento”.
Se dio también un cambio de imagen en El Comercio y Últimas Noticias. “Fueron procesos importantes que no solo pasó el diseño, sino en la comunicación”. En 1965 hizo el logo de Radio Quito, para ello se inspiró en el alcance mundial de la cobertura de la estación capitalina. Hay una foto donde se puede observar a las figuras del radioteatro y locución como Álvaro San Félix y Guillermo Jácome Jiménez, al fondo se puede observar el logo creado por Edwin.
Siente nostalgia de los procesos iniciales del diseño, pero también insiste en que hay que valorar la tecnología que facilita y optimiza tiempo y trabajo. “Se logran mejores cosas con menor esfuerzo y creatividad”.
La Bunga, la revista humorística
Edwin Rivadeneira González formó parte de la revista “La Bunga”. Editada por un grupo de comunicadores que “bajo el título de autores cómplices y encubridores”, publicaron la primera edición en 1967. En circulación era la segunda, luego de Vistazo. Era pura broma. Tomaban el pelo a los presidentes Otto Arosemena Gómez y después a “José María Velasco Ibarra, a quien no le gustaba ningún chiste”, pero Otto Arosemena asistió a una invitación que le hicieron y soportó las bromas que se le hizo en persona.
Dice que estaba un grupo extraordinario de periodistas “que aparentaban ser serios” como José Alfredo Llerena, Gilberto Mantilla, Jorge Ribadeneira (Soflaquito), Enrique Echeverría, Gabriel Garcés (Polvorín). En ilustración estaban Asdrúbal de la Torre y Roque Maldonado. Edwin Rivadeneira armaba la revista y hacía los artes finales. Esta revista se hacía cuando el periódico estaba en la calle Chile, donde también estaba Radio Quito.
La Bunga era “la revista mensual que sale cuando nos da la gana y un número sacamos en conmemoración del aniversario del número anterior”, recuerda entre risas Edwin.
Todo en Diario El Comercio, en el centro, era de camaradería. En cambio, en el sur hubo mucho más personal y no había esa vecindad de un escritorio a otro. “Era todo inmenso y se destruyó el ambiente de cordialidad, recreación y de hacer bromas. Fue muy diferente. Esto ya no le gustó mucho a Edwin.
Cuenta que en esa época era coordinador de El Comercio, César Larrea Velásquez, creador de las Fiestas de Quito. “Un hombre talentoso que había iniciado desde los puestos más humildes en la empresa y llegó a los sitios más altos”. En esa época todos los periodistas del medio, como no había escuela o facultad de Comunicación Social, no tenían título, pero eran excelentes, nacidos en el ejercicio diario de un medio de comunicación, subraya.
Los locutores de Radio Quito tenían excelentes voces y eran personas extraordinarias. Conoció a René Torres, Erika von Lippke, Jorge Zaldumbide, Edison Vargas Acosta, Eduardo Brito, entre otros.
Entre el personal de radio Quito, Últimas Noticias y El Comercio no había diferencia, sino amistad y cooperación en todo. Había más familiaridad. Incluso la ciudad, en el centro de Quito era pequeña. “Todos nos conocíamos, aunque no fuéramos amigos, con el tiempo perdió su encanto”, comenta.
Diseño el logo del Ministerio de Salud
Edwin diseñó el logo del Ministerio de Salud “es el símbolo más difundido en todos los gobiernos, incluso está en el Dispensario Médico de la comunidad indígena Añangu (hormiga) de la reserva Ecológica Yasuní”, dice. El logo se hizo en 1978, cuando gobernaba el triunvirato de Alfredo Poveda Burbano, Guillermo Durán Arcentales y Luis Leoro Franco. Era ministro de Salud, Asdrúbal de la Torre, quien también le acompañó a su graduación en el colegio. Sabía que era innato el talento de Edwin en el diseño y la creatividad artística y lo llevaba donde él trabajaba. Quería que sea empleado en el Ministerio pero no aceptó porque no le gusta la política. “El logo original era rojo con fondo blanco, Ahora le pusieron colores”, manifiesta.
Cuando iba a la inauguración de los dispensarios médicos, cuando estaba en el Seguro Social Campesino, tomaba fotografías de los sitios más recónditos. Como se instalaba en los sitios más pobres y lejanos del país, “aproveché para hacer fotografía de todo lo que veía de estas partes a donde nadie llega: rostros de personas, casas, iglesias, vegetación, animales, insectos…” Todo detalle que le llamaba la atención Edwin las plasmaba en imágenes.
Las portadas, contraportadas de discos
Edwin Rivadeneira Realizó las portadas, contraportadas y el texto introductorio para el disco de “Los Corazas en vivo” y “Aires de mi Tierra”, de la disquera Ifesa, en la primera época bajo la dirección del cotacacheño Marco Tulio Hidrobo. También de Gonzalo Benítez canta a su compañero Luis A. Valencia “Canciones del Alma”, este disco se hizo cuando falleció “El Potolo”.
En HCJB coordino la grabación e hizo la doble portada de una producción del Municipio de Otavalo con el Conjunto de cuerdas de la familia Paredes, con bandolines, guitarras y contrabajo, una excelente grabación donde se incluye el pasacalle “Chulla Otavaleño”, de autor anónimo, que se hizo mucho antes del Chulla Quiteño. La portada de “Volver a Vivir” del Trío Los Sucesores de Cotacachi, de la dinastía Hidrobo, Março Tulio, Armando y Homero. La portada del disco “Con mi corazón te espero” una producción musical con Edgar Hidrobo. Cotacachi, Banda Municipal, Música para todos, la portada es de Edwin con un efecto fotográfico especial.
Diseñó la portada 1922-1972 Sesquicentenario “El Viaje Heroico”. Grabado en Fadisa. Hizo la portada para una narración histórica de la Batalla del Pichincha, cuando era Prefecto Álvaro Pérez, con base a un libreto de Jorge Ribadeneira Araujo «Soflaquito» y con las voces de Fernando Fegan, René Torres, Erika Von Lippke, Jaime Porras y Jorge Aníbal Salcedo.
Portada, contraportada y fotografías del disco El IESS canta a Guayaquil. Hizo la contraportada y la fotografía con los artistas, trabajadores del IESS, entre ellos, Fausto Gortaire, Pablo Floril y otros. Cuando trabajaba en el IESS, hizo un video con tres proyectores y una animación sobre el seguro social y campesino. La voz era del conocido locutor Gonzalo Portugal.
La contraportada y texto “Homenaje Eterno Benítez-Valencia”. El dúo realizaba cada año un programa en honor a Otavalo para el 31 de octubre. Así también del LP del conjunto Rinimillacta (me voy a mi tierra) dirigido por Manuel Mantilla Cerón, cuya foto y el logotipo son de Edwin, igual que la contraportada con foto. Los integrantes eran Manuel Mantilla Cerón, Segundo Guaña, Ildefonso Mármol, Eduardo Pavón, Carlos Regalado, Marco Oquendo (además dueño del Estudio de grabación) y Ángel Porras. Es de destacar que la grabación se realizó en una sola jornada, algo único.
En 1970 cuando era alcalde de Quito, Sixto Durán Ballén, realizó la portada y contraportada de la Banda Municipal “La Noche del 5”. En la contraportada le puso una dedicatoria la Reina de Quito de ese año, Rocío Avilés. Ese año, además realizó el carro alegórico para la Reina.
Diseñó las medallas conmemorativas de El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
El primer diseñador gráfico
Edwin asevera que “todo es diseño”. Cuando se coge una bebida le atrae el diseño del envase. Indica que en el diseño siempre está el contenido. En un refresco es el jugo y el continente es el envase. “Si el envase es bueno atrae y si el contenido es bueno se vuelve cliente fijo de ese producto. La presentación y el contenido deben cumplir con el objetivo: eso es el diseño, fondo y forma”. El producto siempre debe ser confiable para atraer al comprador.
En este proceso fueron asomando nuevos talentos como el lojano Luis Ochoa, Paco Viniachi y Julio Flores, egresados del Daniel Reyes de San Antonio de Ibarra, indica. Hubo muchos talentos de ese instituto que llegaron a Quito para trabajar en las nacientes agencias de publicidad, que aportaban su arte a El Comercio o a otros periódicos.
“yo no sabía que era el primero, hasta cuando el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal) hizo un congreso de diseñadores gráficos. Ahí me di cuenta de que era el de más edad”. En ese taller quien se sentó junto a Edwin el articulista Simón Espinosa. Quería ver como hacía los diseños, porque él no era dibujante. “Fue muy agradable conversar con el articulista”.
Su admiración por Lilo Linke y la fotografía
Edwin desde niño admiraba a la inglesa Lilo Linke, que fue la primera periodista mujer en internarse en la selva amazónica de Ecuador. Estas crónicas de la periodista están publicadas en su libro “People of the Amazon” y también por diario El Comercio. “El extranjero ve y analiza más y valora las cosas de nuestro país, más que nosotros mismos. Ella fua la observadora de lo que nosotros no observamos. Nosotros pensamos que todo es normal y que siempre las cosas estuvieron ahí”, indica.
Edwin ahora se dedica a la pintura y a la fotografía, que son sus dos pasiones. Lee mucho e incursionó en el óleo, que antes no le llamaba mucho la atención, porque pintaba en acrílico. Ha recorrido todo el Ecuador haciendo fotografía. Inició en la etapa del Seguro Social Campesino.
Cuando trabajaba en diario El Comercio, el periodista chileno, Fernando Villarroel, le dice “oye, quiero crear una sección fija semanal”. Edwin le responde “visita los sitios más apartados del país y ahí vas a descubrir el Ecuador infinito y le bautizó como El Ecuador que no ha visto”. Salía una vez a la semana”.
Sus obras e ilustraciones
Edwin fue uno de los miembros fundadores del Instituto Otavaleño de Antropología. Ha colaborado con ilustraciones y aportes literarios en algunas obras, como por ejemplo: Romancero otavaleño y Viñetas Otavaleñas, de Gustavo Alfredo Jácome; El Poder Político del Ecuador, de Osvaldo Hurtado; En lo alto Grande Laguna y Monografía de Otavalo, de Álvaro San Félix; Bodas de Plata del Yamor, Otavalo en Imágenes, Imbabura Agua y Paisaje, El Hombre de Otavalo de Víctor Alejandro Jaramillo; 8 libros de Santo Domingo de los Colorados de Holger Velastegui. En el 2007 publicó un libro autobiográfico que se titula “Casi un sueño, crónica de vida”. Hizo la guía turística de Cotacachi y 135 años del Municipio de Santa Ana de Cotacachi, entre otros.
Conoce hasta Las Golondrina, en el extremo occidental de Imbabura. Hizo dibujos del plano de esa población que se definió mediante consulta popular que pertenecía a la provincia de Los Lagos. Diseño una revista para el municipio de Cotacachi, donde consta un artículo de Fray Agustín Moreno, de la Comunidad Franciscana, que nació en esa ciudad y escribió libros sobre la vida de Fray Jodoko Rickie. Edwin lo visitó en el convento de San Francisco, en el centro de Quito. Le indicó cómo iba a ser la calidad de la revista y le gustó. Escribió tres páginas sobre “Los Valores de ayer y hoy”.
Desde enero de 1973 está casado con Irene García. Tiene tres hijos: José Luis, Ana María y Silvia Irene, quienes son su inspiración y orgullo. En Quito hice mi familia. “Quito es otra querencia igual que a la tierra nativa”. Asegura que a Quito le quiere muchísimo por todo lo que le ha dado.
Así transcurre la vida de Edwin Rivadeneira González, como un collage entre su pasión por el diseño gráfico, la comunicación, su amor por su natal Otavalo y Quito, la ciudad donde potenció su talento, logró su crecimiento profesional y familiar.
Iliana Cervantes Lima
Voces de la Radio
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