Las fuentes de información que se van a utilizar en esta rueda de prensa son los indicadores oficiales del Banco Central y otras organizaciones del Estado, el último censo de población y vivienda y los resultados de estudios de opinión cerrados a la presente fecha.
El indicador que mide la producción nacional y por actividades es el producto interno bruto (PIB) que integra todas los sectores y actividades del país, el mayor incremento del PIB en los últimos 50 años se registró en los años en que inició la política petrolera, con 14.0% en 1973; en 1974 con 11.2% y 11.0% en 1975. En los siguientes años estuvo entre -0.3% en 1983, subió a 5.9% en 1988, con la mayor baja registrada en los últimos 50 años, en 1999, con -4.8%. Esta caída trajo como consecuencia el feriado bancario y la decisión tomada el 9 de enero de 2000, de la dolarización.
Desde entonces, el crecimiento del PIB llegó al 8.2% en 2004, la mayor tasa de los últimos 50 años, registrada durante el gobierno de Lucio Gutiérrez. A partir del año 2007 si bien los ingresos fueron superiores, la mayor tasa se obtuvo en el 2011 con 7.9%, para un descenso al -1.2% en el 2016 y -7.8% en el 2020 como consecuencia de la pandemia. Se recupero al 4.2% en 2021 y para este año 2023 se estima que bajará a 1.5% en 2023 y a 0.8% en 2024.
Estas últimas cifras están muy lejos de la justa expectativa que mencionan economistas del 5% como crecimiento permanente que debería tener el Ecuador. ¿Qué se necesitaría para ello? Una política y práctica nacional, económica y sectorial que haga uso de la producción real que tiene el país en sectores como el agropecuario, de pesca, manufactura, de la construcción, comercio, turismo, comunicación, y otras actividades profesionales técnicas y administrativas.
Sin embargo, de acuerdo a las estimaciones oficiales, la agricultura, ganadería, caza y silvicultura en el año 2023 registrará el -1.7% y 0.2% el próximo año; la acuicultura y
pesca de camarón que registró el 15.7% de crecimiento con la exportación que llegó a 7.290 millones de dólares el camarón. La pesca, en cambio, caerá en este año a -13.3% y -8.6% el próximo año.
El petróleo en el 2023 tendrá un -0.6% de producción y el próximo se espera que tenga -7.5%. Las mejores perspectivas se observan para el sector de la construcción que de -6.6% en 2021 creció a 1.1% en 2023 y se espera que crezca a 1.7% en 2024; lo mismo el comercio, que si bien cayó de 11% al 1%, en 2023 podría crecer al 3.5% el próximo año.
Tienen perspectivas positivas el turismo y transporte, con más del 4%. También las actividades profesionales técnicas y administrativas podrían alcanzar el 1.7%.
Un impacto negativo es la baja en los ingresos petroleros y no petroleros. Los no petroleros se redujeron en un 45% hasta junio de este año y los petroleros en el 60%.
La deuda pública como porcentaje del PIB ha bajado, pero sigue aproximadamente como el 50%. Debe controlarse el flujo de gastos en los gobiernos seccionales, con una verdadera técnica de manejo a la producción petrolera, más aún, con el SI de la última consulta popular, los ingresos decrecerían considerablemente.
Según declaraciones oficiales y de expertos en la materia se debe ejercer en el futuro una efectiva política minera por cuanto es en este sector donde se proyectan mejores perspectivas. El Ministro de Energía, Fernando Santos, en el último foro convocado por CEDATOS, manifestó su preocupación por el sector petrolero; dijo que son campos muy antiguos que cada año declinan en un 10%. De 531 mil barriles en 2017 pasaron a 470 mil en 2023 y si en el futuro no hay mucha inversión y con el cierre del ITT, se dejarían de tener 420 mil barriles en 2024. Afirmó que hay riqueza petrolera pero no obras, pues en realidad, no tienen nada. El ingreso petrolero con la baja del precio se ha reducido considerablemente.
En cambio, afirmó que la minería tiene grandes perspectivas; el país tiene más cobre que China; también grandes yacimientos de oro en Imbabura. Los problemas de índole social son los que no permiten ejecutar una verdadera campaña de producción de este sector.
Por otro lado, la población electoral que en un 37% todavía se mantiene indecisa de como votar el 15 de octubre próximo. Es un dato no observado en procesos anteriores; con mayores niveles de desagrado hacia los candidatos y los movimientos políticos. Exigen exige que los candidatos digan en forma concreta con qué recursos, con qué y con qué capacidad de mando y de manejo van a resolver los problemas que actualmente agobia al país. Según la población, los problemas prioritarios son la inseguridad, delincuencia y drogadicción con el 43%; desempleo y falta de ocupación 22%; situación económica y pobreza 17%, la corrupción 7%; la inestabilidad política y mal manejo de la justicia 7% y la migración 4%.
Un último punto que ha causado enorme preocupación, duda, desazón y temor por el futuro son las cifras del último censo de población y vivienda. Según este censo que fija en menos de 1.5 millones de habitantes a los estimados por la propia institución oficial para septiembre de 2023, de 10 países latinoamericanos el Ecuador con 16.9 millones se situaría en el 9no. lugar, solo antes de Bolivia que registra 11.8 millones de habitantes. No se conocen las cifras relativas a la población económicamente activa, desempleo, subempleo, empleo pleno y empleo parcial, entre otros índices de importancia para la ejecución de trabajos.
También preocupa a la población consultada por CEDATOS en 36 ciudades, áreas urbanas y rurales, no solo la gestión nacional sino también la gestión de los gobiernos municipales y provinciales.
Como un punto adicional, CEDATOS hizo un registro de los indicadores del país entre su fecha de fundación, en diciembre de 1974 y el año 2023, observándose cambios muy notables, por ejemplo, en la población penitenciaria que paso de 4.392 a 31.600 personas. Otro punto de preocupación; los vehículos que circulan en el país. En 1974 sumaban 112 mil ahora superan los 2 millones 950 mil; de éstos en Quito, circulan 654 mil y en Guayaquil 638 mil. En los estudios de opinión la población se manifiesta muy molesta y preocupada porque dicen que, si antes demoraban menos de 30 minutos de salir de su hogar a su trabajo o para su regreso, ahora toman hasta 1 hora de tiempo, en un ambiente de alta inseguridad. Dicen que no hay municipio que en los últimos años y meses no se hayan dedicado a reparar las calles sin mucho beneficio y con enorme perjuicio para la población, jamás con una breve información o aviso sobre tales obras. (I)
Fuente: ANGEL POLIBIO CÓRDOVA