Foto: Izquierda, Luis Javier Castellanos Jiménez, en 1970, como presentador de “El Observador” en canal 10, hoy Telecentro. Derecha superior, en una rueda de prensa cuando llegó al Ecuador el cantante mexicano, Pedro Vargas. Derecha inferior, con el cantante Marco Antonio Muñiz y su cuñada Inés Guadalupe, esposa de su hermano Guillermo Jácome Jiménez.
Su nombre era Luis Aurelio, como su abuelo paterno, José Aurelio. Nació en Quito en 1944. Con el paso de los años empezó a incursionar en el mundo de la radio y “descubre” que ese nombre no era microfónico. Desde ahí, para toda la audiencia, su nombre sería: Luis Javier Castellanos Jiménez, cuando fue padre a uno de sus hijos le puso ese nombre.
Al principio no quería ser locutor, sino cantante. Por circunstancias de la vida, un día faltó el presentador del programa de aficionados en Radio Panamericana, donde él participaba y se ofreció “ayudar en esa tarea”. Ese inicio fue muy aplaudido por el auditorio y los oyentes de la estación. Su preferencia era interpretar música mexicana, pero a la nacional la llevaba en su corazón.
Luego paso a Radio Consular, de Edmundo Grijalva, conocido como el Gallo Giro. También laboró en las radios Nacional Espejo, Gran Colombia, Quito, Cordillera, Canal Tropical de la capital ecuatoriana. Además, Suceso, San Francisco de Guayaquil, así como Nacional del Ecuador en el gobierno de León Febres Cordero. Fue presentador en los canales 10, Telecentro, y 4, Telesistema. Luego se inicia como productor independiente y junto a su esposa, Judith Ibarra, producen Ecuador Agropecuario que se difundió en varios medios de comunicación, entre ellos Gamavisión y Telerama. Hoy se transmite a través de YouTube.
Siempre le gustó los animales, especialmente los perros, por ello grabó el poema “Oración para los perros”, escrito por Rigoberto Cordero León. Como le gustaba declamar le decían “El Caballero del Poema”. Fue la voz de varios comerciales, entre ellos de los productos Valvoline y Agripac.
Cuando terminó la primaria tenía 12 años y hubo un hecho que impactó a la familia, especialmente a su madre, María Inés Jiménez. Javier desapareció de la casa, que estaba ubicada en el barrio San Marcos, en el centro de Quito. Nadie conocía su paradero. Su madre preocupada, pues ya habían pasado un par de días, empezó a indagar a los amigos cercanos y a sus familias; descubrió que uno de los vecinos Luis Eduardo Naranjo, al que apodaban “Chivo”, un par de años mayor le había convencido para viajar a Cali-Colombia, para trabajar en la imprenta de un ecuatoriano, de apellido Marfan, que decían, recibía bien a los paisanos de Quito. Pasaron otros dos días, su progenitora viajó a Colombia para recuperar a su hijo y lo trajo de vuelta.
La vida del locutor fue del típico quiteño: lleno de buen humor y sociabilidad, que le llevó desde niño, a vivir un sinnúmero de aventuras, con drama incorporado, recuerda su hermano, el también comunicador y escritor, Edgar Castellanos Jiménez.
Su padre Luis Leonidas Castellanos les hacía leer en voz alta
Su padre, Luis Leonidas, y su abuelo, José Aurelio, se caracterizaban por tener voces graves y altas. El hermano menor de Javier, Edgar, cuenta que su progenitor les hacía leer en voz alta el periódico, especialmente los fines de semana y en vacaciones. Los entrenaba, no con el propósito de que estuvieran alguna vez en el micrófono, sino para que pronuncien bien las palabras. Era importante la pronunciación, pero también lo que entendieron del texto leído. “Ese entrenamiento fue fundamental para nosotros, especialmente para mi hermano Luis Aurelio, que se hacía llamar Luis Xavier, y para mis hermanas, Marcia, Inés María, y Mariana y yo”, continúa Édgar.
Cuenta que su hermano mayor, Guillermo Jácome Jiménez, también había pasado por este proceso con su padre. Un día, en el Colegio Mejía empezó a presentar los programas en el plantel y descubrieron en él esa capacidad importante de la pronunciación, dicción y seguridad para hablar frente al micrófono, que luego lo llevó a ser parte importante de la radiodifusión ecuatoriana.
La hija del locutor, María Alexandra, cuenta que su papá siguió con la tradición de su abuelo, porque les hacía leer el periódico y cuando los retiraba de la escuela y veían un monumento con algún texto, les hacía leer y repetir. “Cuando me mandaban a redactar sobre el 24 de Mayo, él era afanoso en ayudarme, porque tenía una redacción muy clara”, recuerda.
Sus inicios en Peldaños de la Fama
Luis Aurelio se inició en Radio Panamericana, en Quito, que funcionaba en la calle Benalcázar, frente al antiguo correo, donde hoy es el edificio de la Vicepresidencia de República. Acudía los sábados en la tarde, con el propósito de probar suerte como cantante. Esa Emisora mantenía un espacio para aficionados, denominado “Peldaños de la Fama”. Participó un par de veces, sin mayor suerte. Sin embargo, le gustaba quedarse a escuchar a los demás participantes y encontrar la manera de seguir en el concurso. “Uno de esos días de algarabía y buena asistencia de público, al parecer, faltó uno de los locutores, que leía las promociones y auspiciantes del programa, para lo cual, Luis, se había ofrecido a ayudar en esa tarea, de tal manera que su participación, fue muy bien realizada, por ello el dueño de la emisora, le pidió que no solamente vaya los sábados, sino que también se integre los demás días, para realizar este trabajo”, cuenta Edgar.
Su carisma, entusiasmo y su voz ya empezaban a tomar características de adulto y le ayudaron a encontrar otras ofertas en emisoras de la ciudad. Pasó por radio Consular, de Edmundo Grijalva, conocido como Gallo Giro. Otras estaciones que vieron su talento fueron Nacional Espejo, Gran Colombia, Quito, Cordillera… En Ambato, pasó por Radio Cine, que dirigía Byron Ortiz. Siendo el punto destacado su presencia en Canal Tropical, en las emisiones de las 24:00 hasta las 06:00.
Participó con gran estilo en algunas giras como declamador, le decían “El Caballero del Poema”, especialmente en las presentaciones junto a Walter Aldaz, quien era empresario de espectáculos artísticos con los que recorrían el país. Años después, Walter, fue propietario de algunos negocios, entre ellos de una emisora en Riobamba.
Radio Presidente, “La Elegante”
En 1969, salió al aire Radio Presidente, “La Elegante”. La estación estaba ubicada en la avenida Amazonas, diagonal al Hilton Colón, en Quito. El dueño era el Dr. Julio Plaza Ledesma, “un capo en la radiodifusión, él ya tenía su emisora en Esmeraldas, quería una radio elegante y no tan popular en la capital ecuatoriana”, cuenta Germán Campaña Uquillas, quien ingresó a este medio. En planta de la estación estaban dos personalidades de la radiodifusión: Luis Javier y Edgar Castellanos, hermanos menores de Guillermo Jácome Jiménez.
Como anécdota, recuerda que usaba zapatos de gamuza, una vez entró a la cabina de Radio Presidente, con ese sentido del humor que tenía Luis Javier dice al aire. “Aquí llega Germán Campaña Uquillas con sus zapatos de casimir”. Ese comentario provocó una carcajada general. Era una persona muy optimista y alegre.
Canal Tropical y El Chico Alegre
En 1964, el joven empresario norteamericano David Gleason, quien había conocido el Ecuador, a través de un sistema de intercambio estudiantil del Colegio Americano de Quito, llegó al país. Su idea era instalar un moderno sistema de radiodifusión y contrató a su hermano Guillermo Jácome Jiménez para que dirija Radio Musical, en los 570 Kilogers en AM. Se convirtió en la mejor estación de música juvenil del país.
Su programación iniciaba a las 06:00 y concluía las 24:00. Desde esa hora, en el mismo dial, su identificación se transformaba en Canal Tropical, con géneros de música rítmica caribeña, “con una animación desenfadada, alegre y a veces irreverente, que modificó el esquema tradicional de hacer radio en el Ecuador. Este trabajo estuvo a cargo de Luis Javier Castellanos Jiménez, quien se hizo popular con el pseudónimo de Chico Alegre”. Los amigos le decían Lucho, pero los oyentes y el público le decían Javier. Con Patricio Moncayo y Patricio Toro Campaña fueron fundadores de Canal Tropical.
Patricio Toro Campaña lo recuerda como “bastante ocurrido en su turno de trabajo. Le gustaba cantar al aire especialmente música mexicana. Hacía bromas y chistes. Tenía el don simpático de agradar a la gente de una manera natural”. Los oyentes le apreciaban mucho, especialmente choferes, taxistas y dueños de restaurantes.
La presentación y despedida para Radio Colosal de Ibarra
En 1970, Luis Javier se acercó a Radio Colosal. Estaba de paseo por Ibarra. Visitó la emisora a la que le denominaban “lo moderno en radio”. Le propusieron que grabe la presentación y despedida de la estación. El locutor quiteño respondió “encantado”, cuenta Fabián Salazar Paredes, hijo del dueño de la estación imbabureña. “Mi hermano, Carlos Hernán, que era el mago de la consola, le grabó. Nosotros quedamos encantados, porque era bonito que una personalidad como él nos visite y haga una grabación en nuestro estudio. Pasaron muchas voces por radio Colosal que ahora sus grabaciones son oro puro”, repite. Fabián le había escuchado en Canal Tropical. “Qué voz que tenía, era hermano de Guillermo Jácome”, exclama.
En la presentación, la locución era la siguiente: “Desde Ibarra, la Ciudad Blanca del Ecuador, les habla Radio Colosal. Al extenderles nuestro cordial saludo matinal a las labores correspondientes al día de hoy. Esperamos que nuestras programaciones sean del completo agrado de todos y cada uno de ustedes. Nuestro ferviente anhelo es satisfacer al oyente y corresponder al anunciante. Muy buenos días les dice los 1200 kilogers de Radio Colosal. La música de fondo era Tribute del compositor de bandas sonoras francés Maurice Jarre…
En la despedida, la voz de Luis Javier decía: “Al haber concluido un día más de nuestras labores diarias, Radio Colosal a esta hora de la noche se retira del espacio. Hemos laborado en 1200 kilogers. Esperamos que las programaciones del día de hoy hayan sido del agrado de todos. Al despedirnos de nuestra audición les extendemos nuestra cordial invitación para que nos escuchen el día de mañana. Dios mediante a las 06:30, en que les estaremos entregando lo mejor de la radiodifusión moderna. Felices sueños y un alegre despertar les dice Radio Colosal, desde Ibarra, Ciudad Blanca del Ecuador…” El fondo musical era Runa Cuyari, de Los Corazas.
Radio Suceso
En 1969, Luis Javier Castellanos fue invitado para ser parte de Radio Suceso. El ingeniero Eduardo Carrión Puertas, propietario de la emisora lo llamó para que sea parte de esta estación porteña. En ese tiempo el locutor riobambeño Agustín Guevara Morillo, estudiaba en el Colegio Gonzaga, de Quito y en unas vacaciones viajó a Guayaquil, para visitar a su compañero y amigo Vicente Córdova Franco.
En esta ciudad se le presentó la oportunidad de ser parte de Radio Suceso, frecuencia 1000 en AM. En este medio estaban las voces de varias personalidades de Quito y de la sierra como el mismo Vicente Córdova Franco, a quien ya conoció en Metropolitana de la capital; Pedro Lenin Hernández y Luis Javier Castellanos Jiménez, personas que eran mayores para él, pero que tenían una excelente calidad humana y le ayudaron en su trajinar en la comunicación.
Su ingreso, asegura, se dio por casualidad. Luis Javier Castellanos Jiménez, y Marco Vargas Acosta eran esperados en Guayaquil, pero no regresaron. “Parece que ellos estaban muy enamorados de unas chicas quiteñas que ahora son sus esposas” y no regresaron más. “Yo en cambio estaba como bisoño, recién empezando. No tenía problema de aprender”.
Javier se había enamorado de Judith Ibarra y regresó a Quito, justamente para casarse. “Gracias a ese momento pude iniciarme en el Puerto Principal en remplazo de Javier”, destaca Agustín Guevara Morillo. Vicente Córdova Franco, a sabiendas que era narrador deportivo y no musical, le aseguró al dueño de la emisora que era un locutor muy famoso en Quito. Le pagaron muy bien.
Presentador de El Observador
Javier pronto se vinculó a la televisión y su figura creció como presentador de noticias en Canal 10 TV, Telecentro, junto a Antonio Hanna, el cual luego llegó a ser alcalde de Guayaquil. Los comentarios los realizaba Javier Benedetti Roldós. En este medio que hoy es TC Televisión estuvo cerca de 10 años.
Posteriormente, pasó a Canal 4 de TV que, con los nuevos dueños, entre ellos León Febres Cordero y bajo la gerencia de Jofre Torbay Ayala, cambia de nombre a Telesistema y lo contratan como presentador de noticias de lo que hoy es RTS. Luis Javier incursionó en telenovelas nacionales. También hizo reportería.
Radio San Francisco de Guayaquil
En esta estación condujo y dirigió dos programas agropecuarios que dejaron huella en la zona urbana y rural de la provincia del Guayas, como son: “Buenos días Agricultor” y “Sembrando el Futuro”. Estos fueron los primeros espacios agrícolas de radio que se transmitieron de lunes a viernes. Luis Javier no tenía un título de ingeniero agrónomo, pero se empapó y se relacionó mucho con gente que conocía del campo agrícola y ganadero, cuenta su última hija, María Alexandra.
Le gustaba leer y autoeducarse sobre los temas agrícolas. “Mi mamá fue su pilar, ella trabajó en el Ministerio de Agricultura en el Programa Nacional del Banano, juntos dirigieron este espacio que tenía y tiene una alta sintonía”.
Los esposos hicieron un equipo sólido y armaron con buenos contenidos. Judith conocía del área agrícola y Javier había estado toda su vida relacionada con los medios de comunicación.
Ecuador Agropecuario y Judith Ibarra
Luis Javier se independizó y se inició como productor de un cotizado programa dedicado a difundir los beneficios del trabajo en el campo, con entrevistas y asesorías importantes para mejorar la productividad agrícola. Con el apoyo de Judith Ibarra, su esposa, y el trabajo de cámaras y edición de su hijo, Juan Javier Castellanos Ibarra, se difundió este espacio en varios canales de televisión con cobertura nacional.
¿Pero cómo se dio este apego al agro? Judith Ibarra, su esposa trabajó como servidora pública en el ministerio de Agricultura y Ganadería, durante 28 años. A Javier le gustó mucho el trabajo que hacía su esposa y le dijo un día. “Este trabajo lo plasmamos para hacerlo tanto en radio como en televisión”.
Judith apoyó la iniciativa, pero le pidió que no se emita su imagen y voz en televisión porque a ella ni las fotos le gustan. Javier le contestó “bueno, no hay ningún problema. Tú haces la entrevista y no sales al aire”. Cuando en uno de esos días observó en el canal que su imagen se estaba emitiendo en el medio haciendo la entrevista. Le preguntó a su esposo: ¿por qué estoy ahí? Tú me prometiste que no iba a salir. Javier le contestó “no sé mamita de esto estamos comiendo, así es que usted verá qué es lo que hace”. Desde ahí fue parte fundamental del equipo de “Ecuador Agropecuario”.
La despedida locutada por Luis Javier para el programa dice: “Video Radio Producciones presentó Ecuador Agropecuario, un programa dedicado al hombre que trabaja la tierra, a los ecuatorianos que contribuyen con su trabajo fecundo del engrandecimiento de nuestra Patria. Ecuador Agropecuario con el asesoramiento técnico oportuno para nuestros productores en las diferentes áreas del campo. Ecuador Agropecuario con el auspicio de…”.
“En Cuenca, le conocen a mi mamá porque los últimos programas en medios se pautaron en Telerama. La saludan, le preguntan sobre mi padre, porque piensan que él todavía no ha partido. La gente los recuerda siempre a ambos”. María Alexandra indica que la productora estaba en la casa y se convirtió en un programa con 30 años de trayectoria, donde toda la familia colabora.
Judith continúa en el programa agrícola. Ahora lo transmite a través de YouTube, donde la gente interactúa y resalta la producción y dirección, cuenta María Alexandra, quien es médico veterinario. Indica que el trabajo de sus padres hizo que ella siga esta carrera. Los dos recorrieron casi todo el país, únicamente faltó Galápagos. Viajaron cinco veces a Israel, por medio de una empresa que trabajaba con ellos.
Oración por los perros sin dueño
Luis Javier Castellanos Jiménez tenía una relación muy bonita con los animales. “En mi casa había más perros que gente, especialmente los pastores alemanes que le llamaban mucho la atención”. Preparaba la comida, en unas ollas inmensas, porque le gustaba que coman bien y no les falte nada. “Yo me crie en ese mundo relacionado con los perros en todas sus razas, pastores alemanes, chiguaguas…”. Los hijos del locutor también tienen el mismo ejemplo de cuidar las mascotas.
Hay una grabación locutada por Luis Javier que se llama «Oración por los perros sin dueño», un poema escrito por Rigoberto Cordero León, en el que se puede escuchar lo difícil que debe ser para estos animalitos no tener un lugar a donde ir, observar su mirada desorientada y triste, buscando a sus dueños… “Los perros sin dueño son anónimas tragedias que no comprenden los hombres…”, dice el texto.
Luis Aurelio (Javier) Castellanos Jiménez fue el primer hijo del segundo matrimonio de María Inés Jiménez y Luis Leonidas Castellanos Ruiz. Sus hermanos menores fueron: Edgar, Marcia, Inés María y Mariana y el último Marco Vinicio, quien falleció en Ambato, a las pocas semanas de haberse instalado la familia Castellanos Jiménez en la ciudad. Su hermano mayor es el locutor Guillermo Jácome Jiménez.
Luis Javier y Judith
Judith le escuchaba a Javier en Canal Tropical y se enamoró de su voz. “Hablaron por teléfono un buen tiempo antes de conocerse y verse”. Hubo intercambio de cartas. Se hicieron enamorados y se casaron. Tuvieron cuatro hijos: Juan Javier, Verónica, que vive en Canadá, Luis Javier y María Alexandra.
Sus cuatro hijos nacieron en el Puerto Principal. A pesar de las más de cuatro décadas que viven en Guayaquil, tanto Luis Javier como Judith mantenían el acento quiteño, por ello hasta sus hijos se les pegó los términos: achachay, alhaja, cushqui, entre otros.
Mientras estuvo enfermo nunca se lo vio quebrarse, nunca demostró debilidad o tristeza, cuenta su hija. Luis Castellanos Jiménez falleció en 2007, han pasado 15 años de su partida, pero su familia, amigos, oyentes y televidentes lo recuerdan por su alegría, voz y calidad humana. Entre los amantes del mundo de la radio siempre será recordado como el chico alegre o el caballero del poema.
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Iliana Cervantes Lima
Voces de la radio