Foto: Izquierda, Silvio Morán Madera en 2015. Derecha superior, en CRI en 1961. Derecha inferior, con su amigo de toda la vida Alfonso Espinosa de los Monteros en 1968.
Es un referente de la radiodifusión imbabureña y ecuatoriana. Silvio Morán Madera pertenece a una de las familias ligadas a la comunicación en Ibarra. Ha trabajado por 64 años en radio. Fue propietario de CRI (Centro Radiofónico de Imbabura), desde 1968 hasta el 2000. En esta estación laboraron los hermanos Alfonso y Gabriel Espinosa de los Monteros, el locutor carchense Ricardo Ruiz y los hermanos Salazar Paredes.
En 1984 fundó FM Ritmo, la primera estación en Frecuencia Modulada de esa provincia. Fue presidente de Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión – Núcleo de Imbabura. Todos los viernes conduce el espacio de entrevistas “Desde la Esquina del Coco”, que tiene gran sintonía y credibilidad.
Su padre Abelardo Morán Muñoz fue el primer director de la radio que hubo en Imbabura. Conoció al dueño de Radio Equinoccial, Azael Terán Reyes. Es amigo de otro de los referentes de la comunicación: Alfonso Espinosa de los Monteros. Pertenece a una familia ligada al automovilismo y al deporte, es primo de Fernando Madera Erazo, quien ganó varias competencias en el país y compitió en el exterior con el famoso Porsche. Su tío materno Jorge Madera, fue por muchos años presidente de la Federación Deportiva de Imbabura, gobernador de la provincia, así como fundador y primer Gerente de Mutualista Imbabura.
Silvio es miembro Honorario de la Unión Nacional de Periodistas de Imbabura. Socio y vicepresidente por dos períodos del Club de Automovilismo y Turismo de Imbabura (CATI). Socio fundador y presidente de Solca, Ibarra. Además, fue concejal y vicealcalde de la Ciudad Blanca.
Don Abelardo Morán Muñoz
El inicio de la radio en la Ciudad Banca fue por iniciativa de un visionario y autodidacta, el radioaficionado José Aurelio Gómez Jurado. Adaptó un equipo en onda corta y recibía numerosos reportes de países como Australia, Japón, Suecia, Noruega e Inglaterra. Las transmisiones las hacía desde las diferentes casas de las familias de la ciudad, en donde se creaba música. Esta emisora llevó el mismo nombre de “La Voz de Imbabura”, así lo cuenta don Abelardo Morán Muñoz en una entrevista realizada por Ricardo Ruiz, se la hacía por el aniversario de radio municipal. Era diciembre de 1981.
En 1938 el Concejo Municipal de Ibarra decidió adquirir los equipos para poner una radiodifusora y una sala de cine. En 1940, Abelardo fue primero locutor y desde abril de ese año laboró como locutor-director. El primer gerente fue el señor Carlos Ponce, luego ocuparon ese cargo: Manuel López y German Almeida.
La estación comenzó a funcionar inicialmente en onda corta, luego en onda larga, hoy está en Frecuencia Modulada. La inauguración fue un verdadero acontecimiento social, cultural y artístico para la ciudad y la provincia. Tuvo lugar el 31 de diciembre de 1938, en el entonces teatro municipal. En ese año el Ecuador contaba con cuatro emisoras: La Voz de Los Andes y El Palomar en Quito; El Prado en Riobamba y Atalaya en Guayaquil, a ellas se sumó la Radio Municipal “La Voz de Imbabura”.
Tanto la emisora como el cine del teatro municipal se constituyeron en una empresa particular, cuyo personero fue el técnico alemán Waldemar Betterhaimer, quien tuvo la concesión para administrar estos bienes. Esta situación empresarial cobró un inesperado giro en 1942, como consecuencia de la segunda guerra mundial, el experto abandonó el país y el cabildo se hizo cargo de la radio y el cine. Como había deudas, el gobierno seccional asumió los créditos respectivos para cancelarlos.
Abelardo fue el primer director de Radio Municipal la Voz de Imbabura, pero también cumplía las funciones de locutor, publicista, libretista, periodista, operador en la transmisión de programas y también de integrante en los conjuntos musicales. En los primeros años solo dos personas fueron responsables del funcionamiento de la radiodifusora: el gerente y el director. Luego ingresaron Nubia Pacheco, Carlos Espinosa de los Monteros, Dalinda González, Fabián de la Torre y Olga Nieto…
Esa fue la primera emisora que conoció Silvio Morán Madera de niño. “Tenía unos cinco años y mi padre me llevaba a la radio; Me acuerdo claramente cómo eran los equipos, las personas que estaban en la cabina de locución y en los controles”. Una de las voces más recordadas de Ibarra laboraba ahí, la señora Olga Nieto. Estaba también Carlos Espinosa de los Monteros, padre de los hermanos Alfonso, Gabriel y Renato; Gonzalo Mena, entre otros.
Luego de un tiempo se incorporaron algunas personas que aportaron en la programación de la radio: Francisco H. Moncayo, abogado, escritor, poeta y recitador; el escritor José Miguel Leoro Vásquez, el poeta y escritor Hugo Larrea Andrade, el periodista Víctor Manuel Guzmán, Enrique Cisneros y el padre Miguel Vásquez. El campo artístico y cultural era muy apreciado en la emisora, por ello hubo las intervenciones de Blanca Inés Yépez, Lucrecia de Arturo, los dúos de las Hermanas Leonor e Inés Gómez Jurado, de las Hermanas Sara y Fanny Mora Bonilla, Burgos Montoya, Laura Paredes Cevallos, entre otros aficionados al canto. Los programas musicales tuvieron la colaboración del maestro José Ignacio Canelos, del profesor Jorge Humberto Ponce en piano y en la dirección de coros, de la orquesta de la banda municipal, de los hermanos José María y Belarmino Hidalgo, del conjunto musical Clavel Rojo dirigido por Azael Terán Reyes, de conjuntos musicales de Otavalo y Cotacachi y la orquesta Ibarra, en su última etapa dirigida por el profesor Carlos U. Proaño. La radio también brindaba sus micrófonos para la actuación de artistas extranjeros que visitaban la ciudad.
En ese tiempo el municipio y sectores importantes de la ciudad apoyaron a la radio, porque “se dieron cuenta de la importancia de la emisora como medio eficaz de cultura. Ahí estuvieron Lucio Tarquino Páez, Alfonso Gómez Jurado, Sergio Enrique Ayala, Rafael Miranda, Rafael Burgos, Juan Francisco Cevallos y Luis Abel Tafur.
Asimismo, el municipio se preocupó de contratar un técnico para el mantenimiento y reparación de los equipos, lo que permitió el funcionamiento de la estación. “Uno de los técnicos fue el competente técnico polaco, All Hobart. En los primeros años La Voz de Imbabura se constituyó en la preferida de los oyentes ecuatorianos, junto con la voz de las Andes, ocupó el primer puesto en la transmisión de música ecuatoriana.
Esto se comprobaba con las miles de cartas enviadas por los oyentes de las distintas ciudades del país y ciudadanos residentes en Colombia, Venezuela, Perú y Centroamérica, aseguraba don Abelardo Morán Muñoz, quien fue un maestro destacado de la provincia. Entre los cargos que ocupó fueron rector del Colegio Teodoro Gómez de la Torre y vicerrector del Colegio Nacional Ibarra. Sus padres Abelardo y Angélica Madera Salvador, que también era maestra, eran muy apreciados por su forma de querer a la ciudad, pero sobre todo por impulsar la educación y a cultura en Ibarra.
Revista Radial Vida Imbabureña
Abelardo Morán señalaba que, en 1941, en el conflicto armado con el Perú, “La Voz de Imbabura se convirtió en la tribuna para el patriotismo de las provincias norteñas. Estas proclamas levantaron el espíritu cívico, lo que contribuyó a que numerosos voluntarios se enrolaran en el ejército nacional que marchó a la frontera sur”.
La parte musical era determinante en aquellos años. Los programas tenían un alto grado de aceptación. La transmisión semanal de la revista radial Vida Imbabureña, se realizaba los domingos en la noche, con la participación de los cuatro cantones que había en esos años: Ibarra, Otavalo, Cotacachi y Antonio Ante. Intervenían los talentos representativos de la cultura y el arte de la provincia. El jurado actuaba desde Quito a través de Radio El Palomar.
Había programas infantiles donde participaban los niños de las escuelas de la ciudad de Ibarra, con presentaciones sobre fechas cívicas, locales y nacionales. En esos años se realizaban pocas transmisiones fuera de estudio, porque se utilizaba líneas físicas, lo que demandaba un trabajo excesivo por lo difícil que era el traslado, además de la carencia de los medios y equipos necesarios.
Radio Equinoccial, antena abierta para todas las ideas
En 1946 se instaló en la ciudad de Ibarra Radio Equinoccial, de Azael Terán Reyes. Allá Silvio ya no fue como visitante, como lo hacía en la Radio La Voz de Imbabura. Era inicios de los años 50. Esta estación transmitía las horas sociales que realizaban los alumnos del Instituto Rosales, donde estudiaba Silvio. “Nos enfrentábamos al micrófono, mientras se decía una poesía y se cantaba un tema a la madre. Había el miedo escénico al micrófono, entonces el llanto de los niños era infaltable”. Cuando estaban en la casa era diferente, solo escuchaban la voz que salía de ese aparato mágico que se llamaba radio, en donde las familias se reunían a su alrededor para escuchar música y noticias.
Silvio aún se acuerda del salón auditorio de Radio Equinoccial. Era amplio, forrado totalmente las paredes con franela color rojo, para evitar la reverberación. En el escenario había el lema de esa emisora: “Radio Equinoccial antena abierta para todas las ideas”.
Los domingos la emisora tenía una sintonía total. Se enviaba mensajes para los ibarreños residentes en el exterior. Las radios de ese tiempo eran en onda corta. El dial no estaba saturado, era limpio y por naturaleza la onda corta salta lejos. Se recibía reportes de sintonía de todas partes del mundo, asegura el propietario de FM Ritmo.
Centro Radiofónico de Imbabura (CRI)
A finales de la década de los 50 don Abelardo ya no trabajaba en Radio Municipal, pero se quedó con la espinita de tener su propio medio. Era 1958 y finalmente se concretó su idea, así nació el Centro Radiofónico de Imbabura (CRI). Silvio estaba en el Colegio Sánchez en cuarto curso y ya comenzó a trabajar en la estación, donde hizo de todo: técnico, sonido, producción…, menos la locución. Se acercó a los micrófonos muchos años después, por casualidad, porque faltó una persona que debía hacer un programa. “Sin que tenga una voz como se acostumbraba en los locutores de antes, me ha tocado estar frente al micrófono, con mucho respeto eso sí, respetando al oyente”.
Esta emisora se caracterizó por tener programas variados que llegaba al gusto de los oyentes ibarreños. El locutor carchense Ricardo Ruiz, quien laboró desde 1962 hasta 1968 en CRI, recuerda que esta estación pasaba una radionovela cubana: Luis Dragón. “Eran unas grabaciones espectaculares, cada día tenían un capítulo diferente, la gente se reunía para escuchar esa y otras novelas”.
CRI tenía un pequeño auditorio para los aficionados a la música. Recuerda que se estructuró esa programación a escala nacional con una emisora en cada provincia. En Imbabura estuvo la CRI. Se transmitía “Voces de Oro del Ecuador” y surgieron figuras de la canción en la ciudad de Ibarra, como Aquiles Jarrín. Este programa tenía el auspicio de la empresa Alex. Señala que el período que estuvo en CRI fue una época de oro y realizaciones.
Alfonso Espinosa de los Monteros y Alberto Borges
Silvio sabe que en la vida es importante mantener una amistad. Con Alfonso Espinosa le une un afecto que se proyecta hacia sus respectivas familias. “Alfonso se inició en radio en Guayaquil. Vivía en Ibarra y se radicó algún tiempo en el Puerto Principal, pero regresó a la Ciudad Blanca. Trabajó en el Colegio Teodoro Gómez de la Torre en la sección nocturna. Mi padre ya tenía la radio y, conociendo las cualidades de Alfonso, le pidió que trabaje en la CRI en el horario diurno”.
En ese tiempo no había grabadoras, toda la programación era en vivo. Silvio hacía control y Alfonso leía las noticias. También conducía un programa de música romántica y declamaba poesía. La amistad fue estrechándose, de modo que Alfonso se quedó en CRI cuando Silvio salió de Ibarra a estudiar en Quito el prepolitécnico. No había todavía la carrera de comunicación social en las universidades, siguió radiotécnica, al año volvió a su ciudad.
Alfonso continuaba en Centro Radiofónico de Ibarra, pero luego se trasladó con su madre y hermanos a Guayaquil, a pesar de la distancia siguieron cultivando esa amistad. “Venía a Ibarra, yo iba a Guayaquil”. Una vez viajaron a Punta Carnero. En esa ocasión los acompañó el periodista español Alberto Borges, a quien le gustaba tomar fotografías de todos los sitios del Ecuador. Además, prefería ir al aeropuerto para mirar la llegada de la gente de todo el mundo, en los vuelos nocturnos. “Era una persona muy interesante porque tenía una forma especial de contar las cosas, su filosofía de vida y su forma de ser amigo”, afirma.
Alfonso se trasladó a Quito y ya fue más fácil encontrarse con frecuencia, tanto en Ibarra como en Quito. Silvio reitera que es una amistad que se vuelve hermandad con Alfonso y con su familia. “La amistad primero fue entre mi papá y el papá de Alfonso. Los dos hicieron radio y los hijos siguieron en ese fascinante mundo de la comunicación”.
La cobertura de la campaña de Camilo Ponce, en moto
Emisoras Gran Colombia de Quito y CRI se enlazaban para transmitir las competencias ciclísticas, automovilísticas y campañas electorales. Eduardo Cevallos Castañeda y Silvio Morán Madera se apoyaban en los momentos que necesitaban, ya que les unía una gran amistad.
Con el sonidista Pepe Borja, Silvio tiene una gran amistad. Recuerda que, en los turnos de medianoche en Emisoras Gran Colombia, cuando se apagaba la radio, hacían las grabaciones con Marco Vargas Acosta, para algunos clientes de Ibarra. Las radios de provincia siempre daban soporte a las emisoras de Quito o de Guayaquil, que se desplazaban, para transmisiones deportivas, artísticas o para las campañas electorales.
Gran Colombia fue contratada para la campaña electoral de Camilo Ponce Enríquez, debían dar cobertura al candidato en todas las giras, especialmente cuando estuvo en Otavalo e Ibarra. Gran Colombia transmitía desde cada ciudad donde estaba el político del Partido Social Cristiano, cuando pasó hacia el norte, con dirección a San Gabriel y a Tulcán, Pepe – que era el operador y técnico de la radio capitalina- se atrasó al auto. “Yo tenía una moto y le dije sube” y le siguieron al Dr. Camilo Ponce. En ese tiempo no había la Panamericana asfaltada. El trayecto entre Ibarra y Tulcán se realizaba en cinco horas, pero alcanzaron a llegar y transmitir la presencia del candidato en Tulcán.
El autódromo de Yahuarcocha
El radiodifusor imbabureño en Gran Colombia conoció a otros personajes de la radio, como Edgar Villarruel Caviedes, Lito Pabón del Pozo, Vicente Córdova Franco, entre otros. CRI y la emisora quiteña realizaban las transmisiones conjuntas de las carreras automovilísticas. “La extraordinaria voz y manera de narrar de Edgar Villarruel Caviedes estaba presente en las dos radios”. También relataron partidos de fútbol, en campeonatos de básquet y en los circuitos de Yahuarcocha, a partir de 1971.
Había que llevar equipos de transmisión grandes y pesados e instalarlos dándose modos; además, había que llevar energía eléctrica, primero al sector de los pits (pits o boxes son pequeños lugares agrupados generalmente bajo la torre de control, en donde se efectúan las reparaciones de los autos de competencia. A cada auto se asigna un pit) y luego a la tribuna. Buscar la línea telefónica era una prioridad, porque no estaba disponible en Yahuarcocha, sino a unos dos kilómetros del puesto de transmisión. Era otra hazaña que se debía cumplir. En ese ajetreo colaboraba toda la gente, tanto los técnicos del Instituto Ecuatoriano de Telecomunicaciones (IETEL) hoy CNT, como las mismas personas de Gran Colombia o CRI que estaban involucradas en la transmisión. Después de tanto trabajo previo, la información salía en perfectas condiciones y se tenía al día a los oyentes de todo lo que acontecía en el autódromo.
El automovilismo y el turismo son sus otras pasiones. Es socio y vicepresidente por dos períodos del Club de Automovilismo y Turismo de Imbabura (CATI). Desde el inicio, junto a los fundadores del Club: José Tobar, José Hidrobo, Hernán Almeida, Renato Portilla, entre otros, trabajó para el desarrollo del autódromo de Yahuarcocha. Una obra emblemática para Ibarra e Imbabura. Lo hizo porque ese era el sueño de un grupo de visionarios de Ibarra que pensaban en la construcción de un autódromo o autopista, como le llamaban en ese tiempo. El espacio era ideal, el entorno donde se pensaba hacer era extraordinario, por la belleza de la laguna, los encantos naturales de la provincia de Imbabura, en donde en media hora se puede visitar climas tropicales, subtropicales y páramos. “Tenemos una infraestructura natural maravillosa y cuando se pensó en hacer el autódromo se vio como la oportunidad para llevar gente a Ibarra”.
Según Enrique Ayala y otros historiadores, la construcción del autódromo marca un antes y un después de Ibarra. A partir de la inauguración del autódromo de Yaguarcocha dejó de ser la ciudad muerta económicamente y se reactivó el hotelería, el comercio y comenzó a crecer. Lamentablemente, el automovilismo es el que ha ido decayendo, pero la gente visita Ibarra, se da la vuelta por Yahuarcocha y comenta lo maravilloso que es ese microclima que tiene la laguna.
El logo del CATI
El logo del Club de Automovilismo y Turismo de Imbabura (CATI) es una creación del radiodifusor imbabureño, Silvio Morán Madera, y está vigente desde la inauguración del autódromo el 2 de mayo de 1970. En un afiche promocional se destaca que la imagen tiene un óvalo que representa la autopista alrededor de la laguna de Yahuarcocha.
“A la izquierda está la bandera a cuadros, clásica del automovilismo. A la derecha el nombre CATI, cobijado por el color azul reflejo del claro cielo de Ibarra. En la parte inferior derecha está el color rojo, identificatorio de la laguna de Yahuarcocha que significa lago de sangre”.
La familia de Silvio práctica el automovilismo. Su primo Fernando Madera fue el ganador de la primera carrera realizada en el autódromo y campeón nacional en varias ocasiones. Su sobrino Diego Morán, fue múltiple Campeón Nacional y Vicecampeón del Torneo TCR Asia Series.
Las voces
De vuelta a CRI, Silvio indica que hubo muchos locutores imbabureños que se iniciaron en la estación, entre ellos se destacan Fausto Martínez, que luego se trasladó a Quito y laboró en Radio Xavier, también estuvo su esposa Laurita Escola. Entre los primeros relatores deportivos de este medio imbabureño estuvo su profesor de tercer grado, Jaime Farinango Arciniegas, quien trasmitía los partidos desde el piso, porque en aquella época no había cabinas. De aquella época conserva una foto que grafica la forma de realizar las coberturas radiales. En esa imagen está un compañero suyo, desde la escuela hasta el colegio que se acercó a la narración deportiva: Ney Obando Bastidas, quién luego fue un destacado profesor de la ciudad de Ibarra; Galo Cascante, Zoila Pozo, Ricardo Ruiz, un excelente personaje de la radio a quien lo descubrieron porque en Ibarra se escuchaba Radio Tricolor, de Mira, provincia del Carchi. Tenía una extraordinaria voz. “Le convencimos de que venga a Ibarra y se quedó hasta la fecha”. Estuvo primero en CRI y luego dirigió Radio Municipal hasta que se jubiló.
También formaron parte de la estación, Alfonso Espinosa de los Monteros, Ramiro Guzmán Rueda, Carlos Rodríguez Larrea, quién después hizo noticias en Gamavisión; Ramiro Rea, Miguel Almeida y Jorge Suárez. Estuvo trabajando también largo tiempo Guido Orbe, él pertenecía al Grupo del Clan 5. Los locutores otavaleños Edison y Marco Vargas Acosta también prestaron su contingente y lo hicieron desinteresadamente. No fueron locutores de planta en CRI, pero grababan comerciales e identificaciones para la radio. “Muchas veces yo venía de Ibarra con alguna cuña de un cliente de Quito y la grabábamos en los estudios de Gran Colombia”, cuenta Silvio, quien destaca que Pepe Rosenfeld, que estuvo en Musical de Quito, se fue a vivir en los Estados Unidos y cuando regresó, también colaboró con su magnífica voz en FM Ritmo.
Juan Álvarez, Edwin Toaquiza, el actor Armando Rivas Rubianes, vivió un tiempo en Ibarra, hizo radio en FM Ritmo. Los hermanos Fabián, Carlos Hernán, Jaime y Antonio Salazar Paredes en diferentes momentos y en diferentes oportunidades se integraron al equipo tanto de CRI, como de FM Ritmo. Edwin Roldán, María Dolores Morán, entre otros.
Un accidente de avioneta entre Ibarra y Quito
Era inicios de la década de los 80, Radio Gran Colombia transmitía la vuelta ciclística al Ecuador y Eduardo Cevallos Castañeda arrendó una avioneta, que estaba en el hangar del aeropuerto Atahualpa de Ibarra, para narrar desde el aire la etapa Ibarra-Quito. Habían viajado desde Tulcán a la Ciudad Blanca. El equipo deportivo estaba integrado por Manuel Pavón del Pozo y Vicente Córdova Franco.
La noche anterior, cuando planificaban la transmisión, los dos locutores de la emisora capitalina le dijeron a Silvio Morán, “bueno nos vamos nomás, mañana tomamos la avioneta y nos dirigimos a la cobertura”. El dueño de CRI les preguntó ¿quién hace la largada desde la avenida Mariano Acosta? Silvio no tenía narrador deportivo, por ello pidió que se quede Manuel Pavón del Pozo. Se subió en la avioneta Vicente Córdova Franco, luego ocurrió una tragedia porque la nave se estrelló en algún lugar entre Quito e Ibarra y fallecieron todos los ocupantes, incluido el camarógrafo de Teleamazonas y el piloto.
Manuel Pabón del Pozo le decía a Silvio: “usted me salvó la vida, no me dejó ir en la avioneta”. Lamentando lo que le sucedió a Vicente, quien era “una persona extraordinaria y versátil: locutaba música, programas de concursos, cuñas publicitarias, leía noticias y creaba textos para las cuñas”.
El radiodifusor imbabureño dice que en algún archivo debe haber las cuñas de Finalín grabadas por Vicente Córdova Franco. En esa época las cuñas llegaban a la radio en un disco de 45 revoluciones. Vicente con algún otro creativo diseñaron unas cuñas que eran muy difíciles hasta de pronunciar, porque hablaba como si un marciano llegaba a la tierra. Llegaba mareado y pedía Finalín. Era un idioma espacial y lo hablaba de una manera natural. Era bueno para el radioteatro, comerciales y narraciones deportivas.
Silvio es de la época en la que la gente de radio tenía que saber hacer de todo. No había una conexión fija entre el estudio de la radio y el lugar donde se iba a transmitir el evento. Por ello, había que instalar líneas de alambre galvanizado que las colocaban sobre aisladores en los postes de energía eléctrica (líneas de audio), donde colaboraba toda la gente de la radio, locutores, periodistas, aunque había gente encargada de eso, pero se ayudaban. “La gente no se fijaba en horarios ni fechas y estaba ahí, al pie del cañón”, recuerda.
De AM a FM
Eran los años 60 y en ese tiempo las concesiones eran para onda corta y la CRI trabajó en la banda de 60 metros onda corta 5050 kilociclos. Se le escuchaba en otros países en ciertas horas. Le llegaban reportes hasta de Suecia, en donde había clubes de radioaficionados que hacían concursos de sintonizar radios del extranjero y enviaban reportajes.
Cuando se casó, en 1968, su papá, Abelardo, le vendió la radio a Silvio, quien la transformó en una emisora de onda media, operaron en 1230 kilociclos. La programación cambió, surgió la época de la balada romántica y otro estilo de hacer radio, a través del disc jockey, la misma persona que anunciaba ponía los discos, de acuerdo con lo que la gente le pedía. Esta emisora también daba prioridad a los espacios informativos, “que debían ser honestos, veraces, verificables”. Eso distinguía a la CRI y le dio prestigio. Se mantuvo hasta que comenzó a invadir el dial la frecuencia modulada.
FM Radio Ritmo
Eduardo Cevallos Castañeda, que era propietario de Radio Stereo de Quito, le vendió el primer transmisor de frecuencia modulada. “Se llamaba Radio Estéreo, pero no era con sonido estéreo”, indica. Lo instaló en Ibarra, con ese equipo hicieron las primeras pruebas. Sonaba bonito, pero interfería a los canales de televisión, que no tenían repetidoras en la provincia de Imbabura, porque sus señales eran muy débiles y cualquier otra les obstruía. Silvio suspendió las emisiones de esa radio, hasta cuando se den otras condiciones. Ese equipo lo vendió y se lo llevaron a las Galápagos, pero insistió en la idea de instalar una FM y así nació Radio Ritmo en 1984.
Comenta que la estación tiene una programación variada que gusta a la gente. Los informativos se caracterizan por ser amplios con noticias locales, nacionales y mundiales que incluye todas las voces. Va desde las 06:30 hasta las 09:00. Hay radiorevistas y magazines bien conducidos. La información deportiva también tiene su espacio, igual que la música, pero hay que escogerla y seleccionarla en todos los aspectos. No hay que dejar de lado la música tradicional y la música ecuatoriana que son fundamentales en la programación.
Señala que es necesario decir la verdad y ser oportunos. La sintonía ha permanecido porque aplicó las tres palabras clave en la comunicación: formar, informar y entretener a los oyentes de la mejor manera. Además de utilizar las herramientas tecnológicas actuales, el internet y las redes sociales, pero sin caer en la vulgaridad que puede conducir a una información errada o que pueda ofender a las personas. “Nos apoyamos en las redes sociales y en la web de la estación que tiene la señal de la radio. Además, está en Facebook, Instagram…”
Silvio es un innovador. Seguía teniendo CRI, pero también FM Ritmo. En esa época no había muchos receptores de FM en Ibarra, pero la gente empezó a buscar y los compraba. Los distribuidores ya llevaron aparatos con el dial de FM y los oyentes migraron a Frecuencia Modulada.
La sintonía fue decayendo en las estaciones de Amplitud Modulada. Los equipos eran grandes, costoso en repuestos y consumían mucha energía eléctrica, por esta situación decidió vender CRI y se direccionó a gerenciar FM Ritmo, que es una radio con tecnología de vanguardia.
Desde la esquina del coco
La radio siempre ha sido la pasión de Silvio Morán Madera. Hacía controles, editaba, pero no locutaba. Recuerda que era una campaña electoral donde se elegía a las autoridades seccionales, la radio organizó una serie de debates que no se los hacía en los estudios de la emisora, por ello pidieron el Salón Auditorio de la Empresa Eléctrica. Ya estaba la gente y el candidato, pero quien iba a conducir el evento no llegaba, por ello condujo él mismo. El público respondió con mucho afecto y credibilidad a su trabajo.
Desde ahí comenzó su vida en el micrófono. Asegura que los años le permiten tener una mirada diferente para conducir una entrevista o para conversar con alguna persona. Silvio tiene un programa que habla de Ibarra y de Imbabura. Se transmite todos los viernes y los domingos es el reprise. Se llama “Desde la esquina del coco” que va por la cuarta temporada.
La esquina del coco es un tradicional lugar, desde donde se trazó la nueva ciudad, luego del terremoto que borró a Ibarra en 1868. En 1872 Ibarra se reinstaló en el mismo lugar, pero había quedado una palmera, un cocotero, que sirvió de guía al encargado de la reconstrucción en el gobierno de Gabriel García Moreno.
Esa palmera fue una referencia para trazar las calles y después se quedó como un sitio de encuentro, cuando la ciudad era pequeña. ¿Y dónde nos vemos? En la esquina del Coco, aún se escucha esa respuesta. En ese programa radial se tratan temas de la ciudad, lo que han hecho sus habitantes para que Ibarra sea una ciudad próspera y qué es lo que hace falta para que la capital de la provincia de Imbabura ocupe el lugar que debe tener dentro del país. En este programa le acompañan personas versadas en la materia que se va a tratar, la conversación es fluida e interesante. Silvio asegura que seguirá con este programa hasta que las fuerzas lo permitan.
El programa trata de que la gente se empodere de la ciudad, de sus problemas o de sus logros. “Que le vaya queriendo y vaya pensando siempre en positivo, que el vecino no sea un desconocido, sino el amigo, como ocurría en la Ibarra pequeña, donde todos se conocían y tenían afecto por el sitio donde viven. “Todos debemos considerar sobre el valor de la ciudad y la radio es uno de los vehículos más adecuados para lograr este objetivo”, repite.
La voz en la presentación del programa “Desde la Esquina del Coco” es del locutor Ernesto Guevara, que vivió un tiempo en Ibarra. La música es una de las canciones ganadoras del Concurso de Pasacalles que se realizó con motivo del aniversario de la reinstalación de Ibarra, luego del terremoto de 1868. El concurso tuvo lugar hace unos 15 años y su autor e intérprete es Armando Chiliquinga.
La presentación dice: “En FM Ritmo, estamos ya Comentando desde la Esquina del Coco… Desde la Esquina del Coco, el pulso de la ciudad que palpita fuerte en los hechos y personajes que han forjado nuestra realidad… Bienvenidos a esta nueva cita… En la Esquina del Coco…”.
Rodrigo Paz Delgado influyó en su candidatura a concejal
Silvio Morán Madera no se considera un político, pero hubo personas que le solicitaron que integre la lista para el Concejo Municipal. Relata que llegó a Ibarra el ex alcalde de Quito y candidato a la presidencia de la República de ese entonces Rodrigo Paz Delgado y le insistió en que debía ser candidato a la concejalía. El propietario de CRI y FM Ritmo nunca quiso aceptar esos retos y se resistía.
El candidato presidencial llegó a Ibarra por tercera vez y le dijo “mire Silvio, su papá ha sido un hombre muy respetado en Ibarra, sé que falleció hace poco tiempo; sé que él decía que no hay solo que criticar, sino hay que actuar. Entonces acepté la candidatura”. Fue una campaña austera la que le llevó a la concejalía y luego a la Vicealcaldía. “De lo cual no me arrepiento. Fue una maravillosa experiencia. Una gran satisfacción de haber servido desde otro lugar en que me puso la vida a mi querida ciudad”.
Su referente, don Abelardo
Su padre, don Abelardo, fue su primer referente. Fue la persona que lo ingresó en este mundo mágico de la radio, pero también hubo otros locutores y comunicadores que tuvieron influencia en su vida de radiodifusor como: Gonzalo Portugal, Edison Terán, los hermanos Vargas Acosta, Eduardo Cevallos Castañeda en su forma empeñosa de hacer radio, Gerardo Bborich, Rafael Guerrero Valenzuela, con quien tuvo una buena amistad. “Era gente que sabía hacer radio y me enseñaron”, destaca Silvio.
Estela Pabón y Silvio Morán Madera
Lo mejor que le ha dado la vida a Silvio es su familia. Está casado con Estela Pabón, más de 55 años. Destaca que siempre han estado juntos en este sueño de construir una familia y seguir con la pasión de la radio. Tiene tres hijos, dos viven en Estados Unidos. La tercera, María Gabriela vive cerca de ellos en Quito.
Para Silvio sus siete nietos son la razón de ser, de vivir y de existir. “Mis hijos ya están trabajando en la radio. María Gabriela está en la administración de la emisora, Silvio Miguel y Santiago en la producción”, porque ahora las barreras de la distancia no existen. “Trabajamos desde un computador desde cualquier parte del mundo y también hay gente en Ibarra en los estudios que colabora eficazmente”.
Reconoce que hubo momentos difíciles en la radio, especialmente en un Gobierno que quiso quitarle la frecuencia sin razón. “Me instauró tres juicios de reversión de frecuencia y la ciudad me respaldó y finalmente logré ganar un juicio”. Participó en el primer concurso de adjudicación de frecuencias, donde obtuvo una calificación, más que suficiente para pasar las dos etapas del concurso sin pedir favor a nadie.
La radio es su pasión. No hay otra profesión por la que hubiera dado gracias por trabajar. Este medio ha colmado sus expectativas de vida. Le ha dado amistades, le ha permitido conocer a su esposa, con quien pudo construir una familia. La radio le ha permitido servir a Ibarra e Imbabura. Se siente tranquilo, porque siempre ha tratado con honestidad a los oyentes…
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Iliana Cervantes Lima
Voces de la Radio