Alan Flores Valenzuela, el Gallito madrugador de Ecuashyri

Foto: Izq. Alan Flores Valenzuela en 1980 cuando trabajaba en radio Presidente “Su Excelencia Musical”. Der. En el año 2015, en Ecuashyri

Alán Flores Valenzuela, por más de 45 años, estuvo al frente de programas muy sintonizados en varias emisoras de la capital: Xavier, El Sol, Libertad y Ecuashyri.  Así también laboró en “Allá dónde usted sabe, Almacenes de Música JD Feraud Guzmán, como promotor de discos.

 

Nació en 1945 en el sector de La Ronda, en el centro de Quito, “en una casita viejita, como eran en antaño, y mi mamá, Hipatia Valenzuela me dijo que nací con un micrófono en la mano”. El gusto o la afición por la radio lo sedujo desde cuando era niño y había partidos de futbol en la calle. Le encantaba coger un palito y con una lata  hacía su propio micrófono para narrar el juego de sus amigos. “Yo creo que nací con esa afición: micrófonos, discos, música: eso ha estado dentro de mí desde siempre”.

En el mismo Centro Histórico, su familia se cambió de casa, al barrio San Sebastián, en la calle Borrero y Loja. Le gustaba bajar hasta la iglesia, especialmente cuando había los bautizos y lanzaban los capillos, es decir, los padrinos al terminar la misa lanzaban monedas de 5, 10 y 20 centavos de sucre. “Había una cantidad de muchachos que nos lanzábamos a recoger las monedas”. Estudió en la escuela fiscal Rafael Buchelli, que era en la calle Maldonado cerca a Santo Domingo. Cuando estaba en el Colegio Montúfar, sus compañeros de aula ya le decían que tiene una voz de locutor.

Alán Flores fue amigo de Kléver Villagómez Ocaña, quien laboró en HCJB, Reloj en Quito… Este locutor, cuando estaba en radio Tarqui, le dijo: “quiero grabarle para que escuche su voz”. Cuando Alan escuchó su voz sintió un sacudón y dijo esa es mi voz,” ahhh caray” y desde entonces no paró en la locución. Asegura que Villagómez tenía una hermosa voz. “Yo seguí los pasos de él, pero jamás le imité porque mi estilo es único y seguirá siéndolo”. Tenía 17 años cuando visitó el restaurante La Cueva del Oso, en la Plaza de la Independencia. Era el sitio de encuentro de los locutores, artistas, cantantes, etc. Los viernes se realizaban las famosas serenatas. Le decían la Cueva del Oso porque el dueño era igualito a un oso: gordo y peludo. Ahí conoció a una infinidad de personas que le dijeron “tienes futuro hijo, sigue”. Y no paró hasta el 2015, cuando se retiró.

En 1970 inició este largo y hermoso peregrinaje. Radio Xavier, 670 AM, fue la primera. La estación funcionaba en las avenidas América y Mariana de Jesús, en el norte de Quito. Era gerenciada por Alejandro Maldonado, sobrino del dueño, Aurelio Dávila Cajas, quien fue decano de la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, entre 1970-1973. En la mañana, de 06:00 a 08:00, realizó el noticiero “Xavier Informa”. Además, puso al aire un programa que se llamaba Audiorama Kent, auspiciado por una marca de cigarrillos. Lo realizaba todos los días, de 18:30 a 19:30. Se basaba exclusivamente en un recorrido por el mundo del disco. Recuerda que hizo un comercial que salió para un canal de televisión en blanco y negro, en 1972.

En esa época, Galo Hernández Navas, ya fallecido, dueño de radio Presidente, “Su Excelencia Musical”, le buscaba, “posiblemente porque alguien le dijo algo positivo sobre mi trabajo”. Un día le llamó, pero Alan le daba largas porque pensaba que Xavier, que le cambiaron de nombre a Radio Uno, iba a seguir de largo, pero se liquidó en enero de 1973.

A su Excelencia Musical ingresó en 1973 y se separó en 1982.  Radio Presidente, en los 1160 kilociclos de Amplitud Modulada (AM), fue la mejor estación de la época. Galo Hernández la vendió en 1982 al Sindicato de Choferes Profesionales de Pichincha y los estudios se trasladaron al sector de La Marín, donde hasta hoy está el edificio”.

Con los otros locutores: Germán Campaña Uquillas, Mario René Arias, Marcelo Hernández, César Augusto Tayupanta Zurita… hicieron dos programas de amplia sintonía en esa época: “Los Recaditos” y “El Día de la Reconciliación”. Con el primero se rompía sintonía, a tal punto que recibían llamadas de Emetel (hoy CNT) en las que les decían “por favor que están haciendo que se nos están quemando los cables”, recuerda. La gente iba a la estación a dejar papelitos escritos a mano o a máquina, donde el enamorado a la enamorada, el esposo a la esposa y viceversa enviaban mensajes.

Otro programa que fue sensacional, se lo creó para los días 25 de julio, “El día de la reconciliación”. Esposos que se enojaron por alguna situación, novios, enamorados, abuelos o abuelas. Presidente tenía un ranking de sintonía alto. “En esa época había tres o cuatro emisoras en FM y no llegaban en puntaje que tenía esta emisora en AM”.

Cuando recién ingresó a Presidente, la radio funcionaba en un edificio ubicado en Santa Prisca y a medio construir. De ese sector pasaron a la calle Montúfar, entre Manabí y Esmeraldas, frente al Regimiento Quito. Los comerciales se los hacía en las famosas grabadoras de carreto grande, luego se los transfería a otro más pequeño. A veces, por el apuro de poner la publicidad, se estiraba la cinta y la voz se distorsionaba.  “Era fantástico en ese entonces”, rememora.

Su paso por radio El Sol se dio porque un buen amigo suyo, Mario René Arias, quien luego de unos años también fue su compañero en Ecuashyri, le dice “hermano quieren que vayas a radio El Sol”. La emisora funcionaba en la calle Benalcázar, en el centro de Quito, donde era el edificio de la Cooperativa San Francisco de Asís. El propietario era César Estrella Vinueza, dueño de Foto Estudio Estrella. Alan Flores realizó unas pruebas y les gustó y, desde entonces, entró en “La Romántica Radio El Sol”. Estuvo desde noviembre de 1974 hasta 1979 cuando le vendieron al radiodifusor manabita, Jaime Bowen.

En esa estación le ocurrió una anécdota. Siempre pensaba que alguna vez se iba a equivocar con los nombres de las emisoras porque trabajaba en Presidente y El Sol. Recuerda que en “Su Excelencia Musical” eran más o menos las 17:30 y dijo: “como están amigos esta es radio El Sol… el sol se está metiendo porque ya mismo es la noche. En algún momento iba a meter el pie y lo metí, pero violento lo saqué”, dice entre risas.

También destaca su paso por “Goles y Recuerdos”, el espacio estelar de la estación capitalina, que era dirigido por Carlos Rodríguez Coll, quien le contrato. Su voz le encantó al director de ese programa, al que califica como “un poquito exigente cuando trabajaba”. Debía estar atento para locutar los comerciales durante las transmisiones desde el Estadio Olímpico Atahualpa; nada de estar viendo el fútbol y cosas por el estilo, porque en cualquier momento le lanzaba el micrófono, para los comerciales.

Lo que hacía especial a Goles y Recuerdos era una poesía. Tenía una narrativa que explicaba que cuando se comenzó a jugar el fútbol se lo hizo con una pelota de trapo, luego era la de cuero… Y que se daban disparos en el arco y ahora fue el flamante número cinco… a la que no se le patea, sino que se le acaricia, porque tiene alma de mujer… Ese poema gustaba mucho a los oyentes y era parte de la historia de la narración deportiva del país, asegura.

En 1978 ingresó a JD Feraud Guzmán. Fue al Departamento de Relaciones Públicas y Promoción, la gerenciaba Marcos Espinoza Barzola, quien trabajaba con su esposa Betty Cevallos y su hijo Marcos Espinoza Cevallos. Se hizo un gran equipo. Alan Flores Valenzuela cuenta que cuando él ingreso estaban en la calle Guayaquil y Sucre, en un edificio antiguo, el local era como un zaguán.  En esa época se vendían mucho los discos de acetato. En una vitrina pequeñita se presentó el grupo mexicano, pionero del rock and Roll en ese país, Los Locos del Ritmo. Desde la calle Espejo hasta la Sucre, toda la cuadra bailaba al estilo de los temas de moda como: Pólvora, Chica Alborotada y Aviéntense Todos.

Luego se pasaron a un local más amplio en la 10 de Agosto y Riofrío, centro norte de Quito. En el año 2000 comenzó a declinar la venta de LPs y CDs, por los problemas con la piratería. Las empresas disqueras: Fadisa, Fediscos, JD Feraud Guzmán, Ifesa y Famoso cerraron. En JD “me dijeron, gracias los servicios, pero hasta aquí nomás. Tenemos que recortar personal”.

En 1980 trabajó temporalmente en la Decana del Recuerdo, Radio Libertad. Vivía en el mismo edificio donde funcionaba la radio, en el sector de La Loma Grande, en el centro histórico de Quito. El dueño de la estación, Vicente Pesantez Terrero, era su compadre. Luego la estación radial la vendieron a la CEOSL y los estudios se trasladaron hasta ese edificio, ubicado en las calles Tarqui y Estrada.

Comenta que conoció los estudios de Ecuashyri cuando era promotor musical y la emisora estaba ubicada a la entrada al Valle de Los Chillos. Esta estación era administraba por Patricio Toro Campaña y el dueño era Washington Bonilla Abarca. Hubo un problema entre la administración y los propietarios y salió Patricio Toro.

En esa temporada se acercó Jorge “El Chino” Carrera y le propuso volver a la comunicación. Estaba como seis años alejado sin locutar, solo trabajaba para la disquera. En 1987 radio Ecuashyri, con nuevo personal, volvió a funcionar en el edificio del Emporio Musical, atrás de JD Feraud Guzmán. La estación era liderada por Washington Bonilla Abarca, Lilian Patricia Pérez Medina, en la gerencia y administración; Jhon Carrasco en la locución y Rembrand Endara en los controles.

Cuando estuvo en la avenida América y Mariana de Jesús fue el boom de la radio: Viejitos y Juntitos, Julio Jaramillo Laurido, los viernes a las 19:00 a 21:00. Primero lo Nuestro, los domingos, de 09:00 a 11:00. En 1992 se retiró Jorge “El Chino” Carrera y la gerente de 104.9 le pidió a Alan Flores que grabe todo y se quede al frente de la estación. Ahí permaneció hasta el 2015, cuando se retiró de los micrófonos, los estudios de la radio y dijo “me voy”.

En “la Radio Quiteña que une al Ecuador” también hizo Comunicación Abierta, de 06:00 a 07:30 y a las 07:00, en medio de la programación noticiosa, había los saludos a los cumpleañeros, un espacio muy aceptado por los oyentes. Lo que más le gustaba a Alan Flores Valenzuela era los saludos de los abuelos a los nietos. “Yo les preguntaba qué tanto se les quiere a los nietos y ellos le contestaban: ya verá, don Alan, cuando usted los tenga y tuvieron razón”, afirma el abuelo de dos hermosas nietas: Amanda, 8 años, y Emily, 7 años. “Caramba como se les adora, pero sin compromiso, porque con los hijos había el compromiso de criarles bien, a las nietitas solo se las consiente”.  

Se lo conocía como el Gallito Madrugador, porque tenía una identificación que decía “Ya llego el gallito que manda”. De 08:30 hasta las 09:30 programaba “Hablemos de Amor” y de 09h30 a 10:30 “Reencuentro Musical”.

Cuando trabajaba en Ecuashyri, vivía en Luluncoto tercera etapa, al sur de Quito. Salía a las 05:00 de su casa, llueva, tuene o relampaguee. Primero cogía bus, luego encontró a un buen amigo que manejaba un carro, en el que, en el mismo recorrido, iban otros dos reconocidos locutores: Wilson Robalino, de Radio Tarqui; y Guillermo Baca, de Radio Nacional Espejo. Se bajaba en la 10 de Agosto y Selva Alegre, y caminaba hasta la estación, que estaba a unas cuadras más al occidente. Le asaltaron dos veces. Alán Flores le dijo a Lilian Pérez, gerente, que para seguir con el informativo hay que buscar una solución y a buena hora accedió a que contrate a un buen amigo que tenía un vehículo, quien le acompañó casi unos 10 años. Le retiraba de la casa a las 05:15 y llegaba a la radio a las 05:45.

Con el pasar de los años, su voz se mantiene intacta. No fuma y de vez en cuando toma un “wiskicito”, cuenta. Don Alan, como  le conoce su audiencia,  grabó poemas. Cuando estaba difundiendo los temas, la gente le decía “pero usted no finge la voz, se le oye igualito como cuando está en la radio. Yo les contestaba que es la misma, pero con un poquito más de elegancia, pero soy el mismo”. 

Se ganó USD 7.000 de la lotería fiscal del SRI. Fue el primer premio que tuvo.  Con ese dinero se puso un gimnasio, que sigue atendiendo, en el sur de la capital. En el confinamiento dejaron de trabajar, pero ahora lo hacen con todas las seguridades del caso: distanciamiento, aforo, mascarilla, alcohol…

Como siempre le ha tocado madrugar, ponía el reloj despertador justo a las 04:15. Su esposa, Janeth Ayala, con quien está casado desde 1970, siempre que lo despedía, salía a la ventana y le daba la bendición. “Son cosas que llenan”. Resalta el apoyo de su familia. Tiene tres hijos: Alán Santiago, Hipatia y Paola, quienes se sienten muy orgullosos de tener un papá con una trayectoria transparente y amplia en la radiodifusión. Ninguno de sus hijos siguió su pasión por la comunicación.

Reitera que le dolió en el alma que Ecuashyri ya no esté en el aire. A mediados del 2020, durante el confinamiento por la pandemia de la Covid 19, la radio se silenció. Mucha gente le llamó a su casa para saber qué pasaba y le decían que todas las radios estaban saliendo y solo 104.9 FM, no. “Sentí un vacío porque yo la llevaba en mi corazón”.   ¿Por qué no lograron tapear el temporal? Todas las emisoras de radio, por más pequeñitas siguen sonando y La Radio Quiteña que une al Ecuador, que fue la primera en sintonía, dejó de funcionar, repite con nostalgia…

Iliana Cervantes Lima

Voces de la Radio

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