La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al 28 de julio, el Día Mundial contra la Hepatitis, esta fecha busca concienciar a la población sobre la prevención, control, diagnóstico y el tratamiento de todos los tipos de virus que existen de esta enfermedad. Es primordial reconocer el problema de salud pública que puede representar esta enfermedad a escala global.
En América Latina, en el año 2019, 125.000 personas han muerto a causa de cáncer de hígado y sintomatologías hepáticas ocasionas por esta patología.
La hepatitis es una enfermedad producida por un virus que induce la inflamación del hígado. Esta es considerada una patología aguda cuando dura menos de seis meses y llega a convertirse en un padecimiento crónico cuando persiste más de seis meses en el organismo del ser humano. En la actualidad, se conoce a cinco tipos de hepatitis clasificados desde la A hasta la E.
Causas y tipos:
La hepatitis tipo A no conduce a una infección crónica y generalmente no tiene complicaciones, puede originarse por la ingesta de alimentos o bebidas que estén contaminados con heces de una persona infectada por el virus. Durante el año 2020, en el país se notificaron 540 casos de este tipo de patología, en su mayoría pertenecientes a la provincia de Pichincha, según los datos del Ministerio de Salud Pública.
Los tipos B y C son las principales afecciones en adultos. De hecho, en la provincia de Esmeraldas se registró 78 casos de Hepatitis B, siendo el mayor número de incidencias a escala nacional. Este virus se puede transmitir por exposición a sangre, semen y otros fluidos corporales de una persona infectada.
Para el hepatólogo de Cleveland Clinic, William Carey, dentro del rango etario de 20 a 29 años existe un aumento de casos de hepatitis C a nivel mundial. Este tipo de patología se transmite comúnmente a través de sangre infectada como resultado de compartir agujas para inyectarse drogas o incluso pinchazos accidentales con agujas.
Cuidados durante la enfermedad:
Las personas que padecen este malestar tienen que mantener un tratamiento que sea eficaz y reduzca los riesgos para la salud. Para Anna Taylor, nutricionista de Cleveland Clinic, la hepatitis no solo daña el hígado, sino que también aumenta la probabilidad de padecer enfermedades cardíacas y diabetes.
Evitar el alcohol, es uno de los principales cuidados, ya que este puede deteriorar el hígado y ser una gran fuente de calorías vacías. Asimismo, se recomienda evitar las bebidas endulzadas con azúcar. Para Taylor, el consumo de azúcar diario, para mujeres debería ser menor de 25 gramos, aproximadamente 6 cucharas pequeñas de azúcar y para los hombres mínimo 36 gramos, que representa alrededor de 8 cucharas pequeñas.
Las grasas saturadas también aumentan el riesgo. Por ende, es importante limitar alimentos como: carnes procesadas, manteca, queso, crema agria y aceites procesados. Por otro lado, las frutas y verduras coloridas son alimentos que apoyan la función hepática y proporcionan fitonutrientes que lo protegen de las enfermedades crónicas, señala Taylor. Asimismo, es sustancial mantenerse hidratado y mantener una ingesta diaria de 64 a 80 onzas de agua.
La proteína es el arma secreta de una dieta para la enfermedad hepática: puede ayudar a combatir infecciones, curar las células hepáticas afectadas y reconstruir los músculos. Por ello, es fundamental priorizar proteínas como: pollo, mariscos, legumbres, huevos y productos lácteos bajos en grasa, durante todo el día para ayudar con los niveles de energía y la reparación de los tejidos.
Por último y muy importante, el ejercicio es fundamental para estimular el sistema inmunológico y ayudar a mantener altos niveles de energía cuando los medicamentos contra la hepatitis C agotan sus fuerzas. Se recomienda realizar 150 minutos de ejercicio cardiovascular a la semana y realizar entrenamientos de fuerza. Para Taylor es primordial que las personas con hepatitis se traten con una nutricionista para mejorar la calidad de vida. (i)
Fuente: Cleveland Clinic