Foto: Eduardo Vásconez Viver junto a sus amigos: Luis Castro Espinosa y Patricio Jarrín Hidalgo, en 1980, observando un partido de básquet capitalino en el coliseo Julio César Hidalgo.
Trabajó en prensa, radio, televisión y relaciones públicas. Esta gran voz del periodismo deportivo se apagó este lunes 3 de noviembre de 2025.
Nació en 1936, en la antigua Maternidad de Quito, ubicada en la esquina de la calle Montúfar, frente a la Escuela Municipal Sucre, donde se educó. En la primaria empezó a vivir el deporte, con sus compañeros organizaba campeonatos que se jugaban donde ahora es el relleno de La Marín. También iban a otros lugares como La Alameda. Su padre José Gilberto Vascones Samaniego y su familia siempre vivieron en el barrio La Tola. Era aficionado y muy amigo de las figuras del deporte de aquella época: Rafael “Coco” Cevallos, Eduardo Estés, Gerardo “El Payaso” Leiva, Luis contreras, entre otros.
Desde los cinco años ya estuvo viendo el fútbol en el estadio de El Ejido, conocido como El Arbolito. Ahí se desarrollaba toda la actividad deportiva.
En el colegio Montufar, donde estudió, participó en dos concursos de cuentos sobre Navidad, que organizó el diario Ultimas Noticias, a través de un suplemento, “que nunca debió desaparecer por lo bueno que era: Magazine de Domingo”, indicó el periodista. El primer año obtuvo el tercer lugar, en el segundo el segundo, le ganó un cadete del Colegio Militar. Desde ahí demostró su afición hacia las letras, herencia de su padre a quien le gustaba leer. Ingresó a la Universidad Católica hasta segundo año de Derecho, las responsabilidades profesionales y familiares no le dieron tiempo, ni espacio, ni recursos para continuar.

En noviembre de 1955 acudió al desaparecido Diario El Combate, que tenía sus talleres y redacción en la calle Chile, en el edificio del colegio San Pedro Pascual. Tenía muchos amigos en ese medio entre ellos: Moisés Bravo, Ángel Reyes y Milton “Pajarito” Salvador. Un domingo en la tarde, el jefe de redacción, José Sánchez Ibarra, preguntó si alguien había ido al fútbol, porque faltaba la noticia deportiva. “El único que respondió fui yo”. Le pidió a Eduardo que haga una crónica que se publicó. Se quedó hasta cuando el diario cerró sus puertas, en 1956. Así comenzó su carrera en el periodismo.
En 1956 fue su paso a la radio. Le asignaron un espacio en la emisora Noticiero Nacional, ya desaparecida. Tenía un estudio y un gran auditorio, en las esquinas de las calles Guayaquil y Chile. Ahí comenzó su actividad como comentarista deportivo, tarea que lo hizo a lo largo de su vida profesional en varias emisoras.
En ese mismo año, con Pepe Sánchez Ibarra, “que era un político destacado y un periodista notable”. Fueron a Radio Tarqui. Condujeron un programa deportivo que duró poco. En esa estación tuvo la oportunidad de organizar y ser responsable de su primera transmisión deportiva, desde el Estadio Olímpico Atahualpa, cuando jugaron la selección de Pichincha y el equipo brasileño Botafogo. Para esa transmisión invitó a dos amigos y destacados periodistas de Guayaquil: Tobías Barrilla, que era narrador y Guillermo Valencia León, “Valenciano” quien era el comentarista y dirigió revista Estadio. Los tres ya habían trabajado juntos en Radio Bolívar de la Ciudad de Guayaquil. Ocasionalmente fue invitado a cubrir todo lo relacionado a la preparación y actuación de la selección nacional que participó en un Campeonato Sudamericano, en el Puerto Principal.

En Radio Tarqui tuvo varias etapas. Transmitían desde la casa del profesor Gustavo Herdoiza, en La Tola, luego bajaron a la calle García Moreno. Se separó un tiempo y regresó para trabajar con Carlos Rodríguez Coll, en “Goles y Recuerdos”, un programa de repercusión nacional. Más tarde, en 1971, se unió también al espacio de Carlos Efraín Machado. En radio tuvo mucha actividad porque pasó por Emisoras Gran Colombia, donde fue llamado por el señor Eduardo Cevallos Castañeda, para que trabaje como comentarista, junto a Édgar Villarruel Caviedes y Manuel Pavón del Pozo. Luego pasó a mantener su programa Radiorevista del Deporte, en Sideral, donde trabajó solo. Una segunda etapa fue con Oswaldo Rodríguez Coll manteniendo el mismo programa
Desde 1956 hasta1978 trabajo en la Revista Aucas, que fue fundada por Jaime “El Payaso” Vega, quien la dirigió hasta el sexto número. Transfirió la responsabilidad a “otros quijotes del periodismo”, como fueron Arturo Buitrón Sola y Juanito Reyes Daza, su eterno gerente, quien mantuvo la revista durante 30 años. Eduardo fue jefe de Redacción, salvo ligeras temporadas que se distanciaba por razones personales. Fueron sus compañeros: Fernando Guevara Silva, Oswaldo Guzmán, Gilberto Mantilla, Edelberto Proaño… “Muchos periodistas de la capital pasaron por ahí, aunque sea escribiendo una vez en sus columnas”, repetía Eduardo en 2021. Revista Aucas es una de las pocas publicaciones que ha durado en la capital, porque en Quito se han editado muchas revistas, todas de corta duración. Cuenta que la primera que apareció fue Césped, en 1940. Después, Gustavo Izurieta, mantuvo el tabloide La Tribuna; en la época de la Revista Aucas apareció Cancha y Deportes, de Carlos Rodríguez Coll, Blasco Moscoso y Alfonso Laso, pero Aucas se mantuvo, mientras que las otras tuvieron menor vida. “Mucho de mi vida profesional estuvo ligada a la revista Aucas”, comenta.

En 1962 fue redactor y relacionador público de la revista de turismo “Latitud Cero” del Consejo Provincial de Pichincha, en la administración de Francisco Salazar Alvarado, eso le permitió recorrer la provincia y el país. Fue editor de un suplemento del diario El Tiempo, sobre los inicios del Pacto Andino. Elaboró el material en una gira por las principales ciudades de Colombia.
En 1971, la Revista Aucas le envío a Cali – Colombia para cubrir los Juegos Deportivos Panamericanos. Le acompañó el fotógrafo Luis Alarcón. Allá contó con la colaboración de Enrique Guanín, quien fue un destacado educador y campeón panamericano de boxeo, hermano de Daniel Guanín. Los dos fueron destacados boxeadores a escala internacional.
En 1971 llegó a Radio Éxito, de propiedad de José María Rodríguez Santander, desde donde transmitió los Juegos Nacionales. “Se puede decir que estas competiciones ahí comenzaron”. Dirigió el equipo deportivo, inicialmente con José Granizo Cisneros, Vicente Salgado, Jaime Bowen y muchos más. En 1985 Estuvo en Radio Metropolitana con Eduardo Loza Cabrera, que en esa época era jefe de deportes de 24 Horas, en Teleamazonas. Su programa se llamaba Radiorevista del Deporte.

Uno de sus éxitos en radio fue el programa 12 horas con el deporte, que organizó una vez al año. Reunía a los dirigentes más importantes del deporte de la época y durante todo el día revisaba lo que había acontecido con cada una de las disciplinas. Al final se entregaban premios a los mejores deportistas. El programa se hizo durante cinco años consecutivos. El primero lo condujo en Sideral, el director de la radio en ese tiempo era Jorge Aguilar Veintimilla. También lo emitió en Metropolitana.
A inicios de los 80 pasó a la televisión, al canal 2 -Tele Nacional, hoy Gamavisión- con Carlos Rodríguez Coll, quien le llevó su programa “Goles y Recuerdos”. No duró mucho, pero luego se trasladó a Telecentro – canal 10, invitado por Jorge Zaldumbide, una voz reconocida en la radiodifusión ecuatoriana. Con su hijo, del mismo nombre, durante un año trasmitieron los partidos desde Ambato, lo hacían ubicados en lo alto de la visera de la tribuna del Bellavista.
En 1979 pasó al semanario Afición, que primero fue tabloide y luego revista, se creó por iniciativa de su propietario Luis Mejía Montesdeoca, un periodista especializado en política y economía. En ese entonces era presidente de la Unión Nacional de Periodistas (UNP). En esta publicación se destacó el trabajo de Eduardo Vásconez Viver, por ello, en 1979, la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP) le entregó la Medalla de Oro como la Mejor Labor en Prensa, ese homenaje se replicó en la Asociación de Ligas Barriales de Quito. Este semanario, a los dos años, cerró sus puertas, pues Luis Mejía se trasladó a su natal Imbabura, donde mantiene el diario de El Norte y se dedicó a la actividad política.

En 1980, fue delegado por la revista Afición, a una gira para observar medios y, de paso, asistir a varias actividades taurinas, pues los toros y la fiesta brava también fueron su pasión. Lamentaba que la capital ecuatoriana ya no tenga a uno de los principales atractivos turísticos. Consideraba que “la fiesta brava ha sido muy importante y la Plaza Grande fue uno de los primeros escenarios para estos eventos”, a pesar de que en el Ecuador surgieron grandes valores taurinos, como Max “Marinero” Espinoza, Aníbal Vallejo, conocido como “Maera”, que fue uno de los primeros toreros quiteños que actuaron en España; Edgar Puente “El Chulla Quiteño”, Manolo Cadena, Fernando Travesari “El Pando”, Armando Conde, Edgar Peñaherrera, Mariano Cruz, Paco Barona padre e hijo, Rodrigo Marín, Guillermo Albán, entre otros. Con todos ellos mantuvo una gran amistad y en los medios en los que trabajó les brindó todo su respaldo y apoyo. “Siempre la tendencia era dar los mejores espacios a los toreros españoles y extranjeros, pero los nuestros también impusieron sus nombres y quedaron en la historia. Es una pena que Quito no cuente con esta posibilidad de tener corridas de toros, sin embargo, en Latacunga, Ambato, Riobamba pueden disfrutar de este espectáculo único”.
A la fiesta brava, si bien no podían ir todos, porque la Plaza de Toros solo abarcaba a 14 mil personas, la ciudadanía disfrutaba, inclusive al ver colgados los coloridos carteles en los postes y vitrinas de nuestra ciudad. Además, fue un atractivo para el turismo. Quito tuvo la mejor feria de América, quizá algún día se revierta la posibilidad de que regrese la fiesta, repite con nostalgia.
Eduardo se mostraba satisfecho de haber informado sobre los más importantes eventos deportivos nacionales. A más de haber cumplido la labor deportiva para diversos medios, fue director de relaciones públicas de la Concentración Deportiva de Pichincha, Jefe de Prensa y Coordinador de Campeonatos sudamericanos de atletismo y los panamericanos de Ajedrez, de Billar y de Lucha. Asistió a varias competencias internacionales.
Ha realizado la cobertura de la Copa Libertadores de América en diversas ocasiones. Fue enviado por los diarios Expreso y Extra a España para cubrir eventos internacionales, uno de ellos, la presencia de Ecuador con su selección de fútbol, para enfrentar a España en el año 2003.

La revista Visión le envío a una gira por los países del sur: Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, para observar la edición de suplementos, pues se aspiraba a tener una serie de publicaciones, que no se concretaron por la falta de ingresos económicos.
Editó los libros: “El Fútbol de Pichincha, Hechos y Partidos Históricos” que consta de tres tomos. “La Antología de Goles”, publicación que recopiló los goles que se marcaron en las canchas profesionales durante más de cien años de vida futbolística. Tuvo dos ediciones.
Esperaba enriquecer la bibliografía deportiva de nuestro país con dos libros sobre fútbol, que estaban a punto de entrar en prensa y entregar a la afición. “No voy a lograr nada con eso, sino la satisfacción de aportar para el enriquecimiento de la aún escasa bibliografía deportiva y que los jóvenes tengan donde leer la historia. Nuestro país también tiene deportistas de alto nivel”.
“El fútbol es mi pasión. Sigo escribiendo sobre este deporte, sin mirar la región, ni la divisa, sino destacando los valores. Sigo recordando hechos que no están en las estadísticas, ahora vivimos una etapa en la que se cuenta hasta las veces que el jugador respiró, pero no consta en ninguna estadística los momentos notables de su vida, sean buenos o malos, sus alegrías, sus tristezas, sus frustraciones, sus angustias y sus desvelos”, destacaba.
Sus escritos tuvieron como base los recuerdos de los deportistas, cuyos testimonios son parte de la historia de nuestro deporte. “Quise escribir un libro taurino, pero lo tengo archivado. Todavía no he podido sacarlo a limpio”, decía con nostalgia.
Consideraba haber tenido la bendición de Dios, al punto de contar con una familia sólida, con su esposa, Marcia Conrado Lizano, a quien conoció en un mitin político de José María Velasco Ibarra. Se casaron en 1960 y sus hijos: María del Carmen, Paulina, Fátima y Eduardo son el sostén y el pilar de la casa.
Muchos de los viajes que ha hecho los ha realizado con su esposa. El apoyo de la familia fue importante en todos los aspectos. Asegura que es feliz. Llegar a los 85 años (cuando fue realizada esta entrevista) con la plenitud de conocimientos y facultades que más se puede pedir”.

“Nunca trabaje ni serví a alguien o a algo pensando en la recompensa o pensando en que a la vuelta de la esquina habría un diploma, medalla o trofeo. Eso de ninguna manera. Una de mis satisfacciones es que todo lo que recibí jamás fue palanqueado, ha sido fruto de la generosidad de los colegas, de los dirigentes y de los deportistas que lo confirieron. No hay nada que valore más que el reconocimiento de la APDP, UNP y el Colegio de Periodistas”.
Uno de los recuerdos que más valoró fue la larga ovación que recibió por parte de más de 200 personas, reunidos en los salones del Círculo Militar, cuando la APDP le rindió homenaje por celebrar 50 años de actividad periodística. “Eso es inolvidable, es el mejor premio, porque supera todos los ingresos económicos que pueda haber”.
Cumplió más de 65 años de actividad profesional. Hace poco recibió un pedestal de la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP) en reconocimiento a su trayectoria y militancia en la institución
“Las satisfacciones que he recibido quizá son mayores de las que yo he dado o he querido dar. Quisiera tener más tiempo para seguir sirviendo al público, a la afición, a la ciudadanía, a nuestra ciudad y país”.
Iliana Cervantes Lima
Voces de la Radio