Con el alma en el ruedo y los pies firmes sobre la tarima, Chayanne convirtió el Estadio Olímpico Atahualpa de Quito en una fiesta de pasión, música y memoria este jueves 10 de julio, en el primero de sus dos conciertos en Ecuador como parte de su gira Bailemos Otra Vez. Cerca de 28.000 asistentes, según cifras oficiales, vibraron con un espectáculo que combinó nostalgia y energía, en una noche clara que se iluminó aún más con fuegos artificiales y el carisma de un artista que, a sus 57 años, no pierde el pulso de una generación tras otra.
La velada comenzó a las 20:40, cuando el puertorriqueño irrumpió en escena con la canción que da nombre a la gira, Bailemos otra vez. Bailando, saltando y cantando con su distintiva vitalidad, Chayanne fue recibido con gritos, pancartas y réplicas de cartón a tamaño real de su figura, en un acto de devoción masiva pocas veces visto en la capital ecuatoriana.
“Gracias, Quito, por este amor inmenso. Ayer estuve en la Mitad del Mundo y me sentí como en casa”, expresó el cantante, aludiendo a su visita al emblemático monumento el 9 de julio. También recordó sus primeras visitas al país desde los 13 años, evocando con humor que cuando le preguntan de qué parte de Ecuador es, él responde: “¡De Salinas!”
Entre lágrimas, sopa y ‘¡Papi!’
Chayanne no solo cantó; conversó, bromeó y sedujo. Recomendó a los asistentes que llamaran a sus familias, y en tono bromista, habló de una sopa local “con papa y aguacate” que le encantó. Cuando el estadio empezó a corear “¡Papi! ¡Papi!”, el artista respondió entre risas: “Mis hijos, quiero que vayan temprano a casa hoy”, desatando una nueva ola de aplausos.
Durante el espectáculo, se vivieron momentos icónicos como cuando bajó del escenario para abrazar a varias fanáticas en primera fila, o cuando una joven del público subió a bailar bachata con él. El momento causó revuelo: la chica, emocionada, no bailó, lo que generó murmullos entre la audiencia. Chayanne, con profesionalismo, la despidió entre sonrisas y retomó su coreografía con soltura.
Repertorio cargado de recuerdos
Durante casi dos horas, el artista interpretó temas que marcaron generaciones: Tu pirata soy yo, Provócame, Tiempo de vals, Lo dejaría todo, Humanos a Marte y Un siglo sin ti, entre otros. Torero y Bailando bachata cerraron el concierto por todo lo alto, con un despliegue visual impresionante y pirotecnia que iluminó la noche quiteña.
El montaje escénico fue digno de una producción internacional. Según Emilio Mejía, productor técnico, se utilizó “el mismo escenario que el artista mantiene en su gira por Europa”. Se instalaron tarimas de acceso preferente para personas con discapacidad, una medida aplaudida por los asistentes y reconocida por medios locales como un ejemplo de inclusión.
Entre fans y arte
Entre el público, historias entrañables se entrelazaban. Sayonara, de Ibarra, recordó que la primera vez que vio a Chayanne fue en su adolescencia, cuando aún integraba el grupo Los Chicos. “Me perdí entre la multitud, pero no me importó porque vi a Chayanne”, relató. Verónica, nacida en Guayaquil pero residente en Quito, llevó una figura en cartón del artista y mostró fotos de su cumpleaños temático dedicado a él.
La ilustradora Estefanía Narváez, por su parte, cargaba un retrato dibujado a mano que esperaba entregarle personalmente. Aunque no lo logró, su presencia fue uno de los elementos más comentados en redes sociales, donde la etiqueta #ChayanneEnQuito se volvió tendencia.
Seguridad y devoción
Las autoridades ejecutaron estrictos controles de ingreso: se prohibieron bebidas alcohólicas, envases, paraguas y cámaras. A cambio, dentro del estadio se vendieron productos básicos. Sin embargo, apenas se apagaron las luces, nadie pensó en comida. Todo el foco estuvo sobre él: el ídolo de generaciones, el bailarín incansable, el «padre de Latinoamérica», como lo llaman algunas seguidoras.
El público fue multigeneracional: madres, hijas y abuelas coreando al unísono letras que han cruzado décadas. Y Chayanne les devolvió cada grito con su voz, su sonrisa y su entrega. Esta noche en Quito no fue solo un concierto: fue una ceremonia de amor colectivo.
Ahora, Chayanne se prepara para su segunda cita ecuatoriana en Guayaquil, este 12 de julio. Pero la historia que escribió en Quito ya tiene lugar reservado en la memoria de sus fans y en los anales de los grandes espectáculos musicales en el país.
Por: Francisco Racines